La diversidad ha llegado tarde a la escuela. Por tanto, su discurso recién se ha insertado en el desarrollo contemporáneo de los sistemas educativos. La educación pública, como un núcleo de dominio estrictamente controlado y exitosamente defendido por el Estado-nación, continúa enraizada de manera jerárquica e institucional a un anclaje ideológico decimonónico procedente del clásico “nacionalismo nacionalizante” (Brubaker, 1996) – y ello incluso al inicio del siglo XXI. Por consiguiente, en un amplio abanico de Estados-nación de cuño europeo, incluyendo a los Estados-nación latinoamericanos postcoloniales, las diferentes relaciones entre mayorías y minorías, así como las diversas configuraciones entre poblaciones nativas y migrantes, autóctonas y alóctonas siguen siendo invisibilizadas como escolarmente inexistentes o siguen siendo problematizadas, como obstáculo para la integración educativa. De tal manera, la diversificación y “heterogenización” de la educación no se percibe aún como un reto institucional para la continuidad de los sistemas educativos como tales, sino que a lo sumo se considera un mero apéndice institucional, adecuado para medidas compensatorias y situaciones extraordinarias
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Dietz, G. (2008). EL PARADIGMA DE LA DIVERSIDAD CULTURAL: TESIS PARA EL DEBATE EDUCATIVO. Conferencias Magistrales Del IX Congreso Nacional de Investigación Educativa., 1–42. Retrieved from http://www.egrupos.net/cgi-bin/eGruposDMime.cgi?K9U7J9W7U7xumopxCRMVQPYy-qnemo-CSWPXYRCvthCnoqdy-qlhhyCWXRegb7
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