La desigualdad y las creencias estereotipadas sobre los sexos, constituyen importantes factores de riesgo para la violencia de género que sigue asolando nuestra sociedad. Es necesaria una transformación social, que requiere a su vez de una transformación educativa para poder conseguir relaciones más igualitarias, y deconstruir creencias tradicionales que implican dominio y control del hombre sobre la mujer, y que son limitadoras y peligrosas para ambos. En este proceso la metodología educativa tiene que ser participativa, basada en el diálogo y la crítica social, siendo las interacciones el principal instrumento pedagógico. La participación comunitaria de todos los agentes sociales se ha mostrado un instrumento eficaz, y con ella es preciso trabajar aspectos cognitivos, afectivos y relacionales. El objetivo es conseguir unas relaciones de género sin jerarquías, imposiciones ni desigualdades, con hombres y mujeres que se sientan libres para comportarse sin las restricciones que conllevan los mandatos tradicionales de género, afectivamente autónomos/as, con control sobre sus propias vidas y con relaciones gratificantes y llenas de afectividad. Algo que hará imposible la violencia de género.
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Pérez Grande, M. D. (2007). La violencia de género, prevención educativa. Papeles Salmantinos de Educación, (8), 73–94. https://doi.org/10.36576/summa.29538
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