La pandemia por COVID-19 ha traído consigo un aumento importante de la demanda de cuidados de salud, que ha sido afrontado con extrema dificultad por la mayoría de los países del mundo; con graves problemas para testear adecuadamente a la población, decidir el tipo de cuarentena que debe ser cumplida y por, sobre todo, otorgar la atención de salud en unidades de cuidados críticos debido a la falta de insumos, equipamientos y personal calificado. En este complejo contexto es donde los determinantes sociales en salud (DSS) surgen con especial fuerza, constituyendo las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven trabajan y envejecen, configuradas por el sistema de salud, distribución del dinero, poder y los recursos. Con la pandemia en que se encuentra el planeta, se hacen más evidentes los DSS y con ello, las desigualdades al interior de los países como son el acceso a atención de salud, a agua potable, a internet, acceso a viviendas dignas, como así también las desigualdades de género y cuidados, en las cuales las más afectadas son las mujeres, quienes históricamente se han llevado la responsabilidad de los cuidados en el hogar y que además constituyen el 70% de la fuerza de trabajo en salud (1). El cuidado es el eje de la existencia humana. Todos cuidamos, todos hemos sido cuidados y también practicamos el autocuidado. Es un fenómeno único en el cual hay una interacción recíproca y es parte del mundo que nos rodea, de la cultura y de los valores. En salud, nos permite apoyar la satisfacción de las necesidades de la persona con el objetivo de promover, mantener o recuperar su salud (2). Según reportes del Consejo Internacional de Enfermeras (CIE), hasta la fecha se han informado 90 mil enfermeras infectadas por COVID-19 y 260 muertes de estas profesionales. También se observa déficit de elementos de protección personal, escasez de insumos, preparación deficiente para la pandemia y problemas de salud mental, entre los que se encuentran síntomas depresivos, estrés post traumático, ideación suicida, crisis de pánico, entre otras. Las y los trabajadores de la salud están expuestos diariamente a una presión asistencial excesiva, a muertes, a la frustración de no poder cuidar adecuadamente y temores por su propia salud y la de sus familias (3) (4). Otro gran problema identificado por el CIE dice relación con la necesidad de transparentar los datos y estandarizar los reportes acerca del personal de enfermería infectado, ya que no todos los países están informando esta situación (4). Frente a la escasez de elementos de protección personal, los gobiernos tienen la obligación y el imperativo moral de entregarlos al equipo de salud. Ellos no son héroes que deban exponer su salud, ni la de sus familias por cuidar a otros. A diferencia del resto del mundo, Latinoamérica tuvo aproximadamente 3 meses para prepararse antes del COVID-19 en lo que respecta a organización intersectorial, compra de equipos e insumos, educación y entrenamiento del personal de salud y población y preparación de las canastas de ayuda social, aun así, la respuesta
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Ramírez Pereira, M. (2020). El cuidado de Enfermería, relevancia en el contexto de la pandemia COVID-19. Enfermería: Cuidados Humanizados, 9(1). https://doi.org/10.22235/ech.v9i1.2184
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