Cada vez que cruzo el estrecho de Gibraltar-y lo he hecho ya en muchas ocasiones-me sorprende que tan angosta vía de agua separe o una, según la época histórica que se considere, a dos mundos tan diferentes y sin embargo tan ligados a lo largo de la historia. Que el Estrecho ha sido foso separador es evidente. El paleontólogo Juan Luis Arsuaga ha recordado el drama de los últimos neardentales, aprisionados entre el creciente éxito genético de los cromagnon y las para ellos infranqueables aguas que separaban la península ibérica del continente africano. Los últimos restos de neardentales del continente europeo han sido hallados en cuevas de Gibraltar y es factible imaginar el drama de aquellas pobres criaturas a las que se negaba espacio vital, arrinconadas hace ahora 30.000 años entre los acantilados y un mar que no podían atravesar. Igual de infranqueable que todavía hoy es el Estrecho para muchos que tratan de cruzarlo en frágiles embarcaciones en busca de un mundo que imaginan mejor y en pos del cual han dejado sus escasos ahorros en manos de trafi cantes desaprensivos. Con insoportable frecuencia la aventura termina mal y son muy numerosos los cadáveres de quienes no tuvieron éxito en la tentativa. Para ellos-y al margen de las actual crisis-el Estrecho continúa hoy siendo un foso de separación entre la miseria real o percibida como tal y las potenciales riquezas del nuevo Eldorado europeo cuyo engañoso resplandor llega al sur a lomos de la televisión sin fronteras que produce la globalización. Produce sonrojo ver esas masas que tratan desesperadamente de saltar las verjas que rodean Ceuta y Melilla, como si el primer mundo satisfecho se defendiera del asalto de los miserables de la tierra. Aquí todo circula: capitales, bienes, servicios… todo menos los seres humanos porque con esos se trafi ca. Y sin embargo, no siempre ha sido así, no siempre el Estrecho nos ha separado: Por limitarnos a épocas históricas documentadas, ya los cartagineses dominaban desde la actual Túnez tanto el África del norte como buena parte de las franjas meridional y oriental de Iberia y lo mismo hicieron los romanos, que extendieron 1 Embajador de España.
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DEZCALLAR, J. (2014). Una reflexión sobre las relaciones hispano-marroquíes. Paix et Securite Internationales, (2), 105–122. https://doi.org/10.25267/paix_secur_int.2014.i2.06
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