En El argumento en el que se basa este texto defiende que el patrimonio cultural tiene una función social que trasciende la de la conservación de elementos de cultura especialmente valiosos o significativos. Se sostiene que las manifestaciones culturales catalogadas como patrimonio constituyen símbolos del grupo al que pertenecemos, evidencian de nuestra inclusión en una instancia colectiva de identidad a través de la cual neutralizamos la impotencia y la angustia en que nos sumiría la percepción de nosotros mismos como seres aislados frente al mundo. A diferencia del modo en que construyen la identidad los miembros de sociedades de menor complejidad socioeconómica, los seres humanos de la Modernidad depositan en el ¿yo¿ la pretensión de autonomía e independencia frente a una realidad que es inabordable. Si dicha fantasía se puede sostener es porque paralelamente a su desarrollo fueron generándose mecanismos que, de forma inconsciente, potenciaban la idea de protección, pertenencia y vínculo. Es decir, que asumían la función que en las sociedades pre-modernas cumplían los mitos, para lo cual deben adoptar su misma estructura cognitiva: representar a una instancia protectora cuya memoria se cuenta a través de referencias espaciales y no temporales. La noción de patrimonio cultural es uno de esos mecanismos, imprescindibles para la construcción de la identidad en la Modernidad
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Hernando González, A. (2009). El Patrimonio: entre la memoria y la identidad de la Modernidad. Revista PH, 88. https://doi.org/10.33349/2009.70.2753
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