Este trabajo defiende el papel central del silogismo como estructura del razonamiento jurídico, sin negar la relevancia del razonamiento informal, probabilístico o retórico. En la justificación hay que invocar los enunciados jurídicos universales relevantes (premisas mayores), y los hechos particulares relevantes a la luz de ellos (premisas menores) como ejemplificaciones de esos universales, siendo la pretensión o decisión la conclusión del silogismo. Por supuesto que pueden surgir problemas: de interpretación de la ley, de prueba de los hechos, de calificación de estos como casos particulares del supuesto de la norma (o de su valoración cuando esta incluye estándares valorativos), o de relevancia de la norma (si aplicamos jurisprudencia). Todo ello requiere dar razones a favor de una determinada lectura del silogismo, razones que van más allá de la lógica formal y acaban siendo las decisivas. Pero «el silogismo es lo que proporciona el marco dentro del cual esos otros argumentos cobran sentido como argumentos jurídicos».
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MacCormick, N. (2007). La argumentación silogística: una defensa matizada. Doxa. Cuadernos de Filosofía Del Derecho, (30), 321. https://doi.org/10.14198/doxa2007.30.37
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