En Hegel se cumple de modo admirable aquella ley en cuya virtud cuanto más completamente encarna un hombre o una obra el espíritu de su tiempo, tanto mayores son las posibilidades de porvenir que se contienen en el hombre o en la obra. En Hegel se sintetizaron las más variadas influencias: en su obra fluye todo un pasado secular de experiencia y meditación. Hegel recoge y elabora todo ese pasado obedeciendo a las exigencias más íntimas de su hora. Y es así su obra, como un fruto donde se configura todo lo que es y lo que ha sido, y donde se encierra lo que va a ser como una profusión innumerable de semillas.
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Ibérico Rodríguez, M. (1936). La filosofía de Hegel. Letras (Lima), 2(3), 17–24. https://doi.org/10.30920/letras.2.3.2
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