Desde la Conferencia de Río y posteriormente la de Habitat II en Estambul (Uni-ted Nations, 1996), el concepto de sostenibilidad se ha vinculado de manera necesaria, a lo largo de todo el planeta, a la gestión urbana. Para ello se han desarrollado inicia-tivas como la Agenda Local 21 y sobre todo se han introducido criterios y objetivos de naturaleza ambiental en los procesos de decisión en la gestión urbana que antes eran claramente secundarios en las prioridades políticas. Ahora bien, como es sabido, en gran parte de estos esfuerzos ha primado más el componente voluntarista que un auténtico proceso de reflexión sobre los contenidos y dirección de prácticas sostenibles. A ello contribuye la ambigüedad y confusión en torno al concepto de sostenibilidad (Naredo, en Ministerio de Fomento, 1996), que permite lecturas muy variadas e incluso contrapuestas sobre la cuestión, a la vez que facilita utilizaciones meramente propagandísticas de acciones y políticas que en mu-chos casos son pocos respetuosas con el medioambiente. En este contexto, es necesario desarrollar instrumentos conceptuales que permitan de una parte materializar y objetivar claramente y sin ambigüedades las dimensiones precisas de la sostenibilidad y de otra que sirvan para evaluar con facilidad la efecti-vidad y eficacia de las políticas puestas en marcha. Entre estos se encuentran los indi-cadores, entendidos estos como instrumentos conceptuales que permiten modelizar la realidad urbana y expresar, a través fundamentalmente de parámetros cuantitativos, las condiciones de funcionamiento de ésta. Lo que se pretende en esta comunicación es profundizar en los indicadores urba-nos para una ciudad sostenible, o brevemente, indicadores de sostenibilidad, para poder establecer algunas conclusiones relevantes tanto en lo que se refiere a su di-mensión teórica como a su aplicación práctica. Para ello sobre todo analizaremos algunas experiencias concretas, pertenecientes a diferentes escalas y actores de la acción pública, que sirvan para mostrar el actual estado de la cuestión así como las diferentes perspectivas y problemas existentes en torno a ella. JOSÉ MARÍA FERIA TORIBIO 242 Características y propiedades de los indicadores. Los indicadores son modelos que permiten, a través de datos objetivos, el segui-miento y la transmisión de información sobre el comportamiento de la realidad y sobre su evolución y tendencias. En realidad, nuestro sistema de información científi-ca y de medios de comunicación está lleno de indicadores, sobre todo en el campo de la vida económica, que nos permiten realizar un seguimiento bastante detallado del estado de la cuestión en dicha materia. No sucede así en cuestiones medioambienta-les, en la que el desarrollo conceptual y sobre todo los datos de base necesarios tiene una vida más corta y un alcance mucho más limitado. Ahora bien, lo que sí es cierto es que estas nuevas aproximaciones son más com-plejas y añaden más reflexión a la evaluación del estado y dinámica de una sociedad. De ello es buen ejemplo la introducción de conceptos como el de sostenibilidad liga-dos a los comportamientos ecosistémicos, con la utilización de aproximaciones como los de capacidad de carga o " huella ecológica " (Rees, 1992). Estas aproximaciones además ponen en cuestión la eficacia y virtualidad de algunos indicadores universal-mente aceptados hasta ahora como la expresión única y sintética del estado socioeco-nómico de una sociedad. Nos estamos refiriendo en concreto a indicadores económi-cos del tipo de Producto Interior Bruto o Renta per Cápita, hasta hace bien poco con-siderados y utilizados como referencia indiscutible del desarrollo socioeconómico, pero que en la actualidad se consideran no sólo claramente insuficientes para calibrar el conjunto del desarrollo económico y social (de ahí los indicadores de desarrollo humano) sino también mistificadores de las auténticas condiciones de equilibrio y sostenibilidad de los modelos de desarrollo. Expresándolo suscintamente, según aque-llos indicadores, el nivel de desarrollo y riqueza de las sociedades depende de cuanto más mercancías se consuman y produzcan, mientras que las reflexiones actuales enfa-tizan la idoneidad ambiental y eficacia social de los modelos productivos. Todo esto nos lleva a plantear que la reflexión y el debate sobre los indicadores de sostenibilidad no es meramente una discusión técnica y sectorial sobre determinadas cuestiones ambientales, sino que afecta al corazón mismo del modelo de sociedad que se tiene en mente y en consecuencia sobre las políticas que se realiza sobre ellas. Parece evidente en consecuencia que estamos ante una cuestión relevante, cuya complejidad y dificultad sólo merece la pena afrontarla en la medida en que tenga esa visión global y más integrada de la realidad que se pretende modelizar y sobre la que se quiere actuar. Y ello es especialmente cierto para los sistemas urbanos, donde a la dificultad de desarrollar estadísticas y bases de datos significativos y a la escala ade-cuada se une la complejidad de representar la interdependencia entre aquellos y los factores ambientales e inferir de ahí su sostenibilidad. En este contexto, un informe del World Resources Institute (1995) ha planteado una serie de criterios básicos para que los indicadores se conviertan en instrumentos eficaces para orientar las políticas públicas. En primer lugar, deben tener una elevada
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Asuki, N. (1999). Mental Health Effects following Man-made Toxic Disasters: The Sarin Attack and the Arsenic Poisoning Case. Prehospital and Disaster Medicine, 14(S1), S47. https://doi.org/10.1017/s1049023x00033847
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