La enfermedad por coronavirus (COVID-19), que comenzó en China a fines de 2019 y se convirtió en una pandemia actualmente en desarrollo, afecta a todos los segmentos del sistema de atención de salud en todo el mundo, incluido Ecuador. Hoy día las cifras son elocuentes y demuestran la capacidad de extensión que tiene este nuevo coronavirus designado como SARS-CoV-2, y que a la fecha ha producido 7.264.866 infectados, distribuidos en 188 países o regiones y con un registro de 411.879 fallecidos atribuibles a la enfermedad (1,2). A medida que el personal sanitario ha estado en contacto con las infecciones virales en diferentes servicios de salud, ha sido evidente y esencial, durante la pandemia, que los profesionales que trabajan en diversos campos, reciban, además de las condiciones de bioseguridad adecuadas, información actualizada sobre el virus, los aspectos inherentes a la fisiopatología de la infección, pautas en el tratamiento y el cuidado, directrices para incrementar la precisión del diagnóstico y su correcta interpretación, entre otros, representando en todos los casos una dura prueba para los sistemas de salud de los países más afectados y un nuevo reto a la salud pública mundial (3). La revisión de la literatura disponible actualmente (gran cantidad de bases de datos científicas han liberado, con acceso gratuito, las publicaciones para permitir el libre acceso a los artículos que sobre COVID-19 se han publicado en las revistas indizadas en sus plataformas), pone en evidencia el alcance de esta pandemia, teniendo en cuenta la necesidad de información y sobre todo las implicaciones epidemiológicas en la atención en salud, dada la demanda incrementada y el colapso de la economía y de los sistemas sanitarios del mundo. Además, con base en las publicaciones, se puede afirmar que el desbalance comienza, no solo por la demanda de atención debido a la enorme cantidad de pacientes sintomáticos, sino por las deficiencias evidentes en la administración sanitaria, en algunos países y por el sobrepeso y colapso de las capacidades, en otros. Informes del personal médico describen agotamiento físico y mental, producido por la toma de decisiones difíciles en el triaje, el dolor de perder pacientes y colegas, el temor de transmitir la infección a sus familiares, todo, además del riesgo de infección propio. Así mismo, como miembros de la sociedad, los trabajadores de la salud que cuidan padres ancianos o niños pequeños se han visto afectados drásticamente por el cierre de escuelas, políticas de distanciamiento social e interrupción en la disponibilidad de alimentos y otros elementos esenciales. A medida que la pandemia se acelera, el acceso al equipo de protección personal (EPP) para los trabajadores de la salud, ha sido la clave para evitar que éste siga contagiándose, aun cuando en algunos países, se han registrado contagios por que atienden pacientes que pueden estar infectados, con EPP no apropiados o que podrían no cumplir los requisitos necesarios para la contención de la transmisión, sin dejar de mencionar la duplicación de turnos, la exigencia de más horas y de un esfuerzo que podría catalogarse como sobrehumano. Además, considerarse exagerado, pero, en una era donde la globalización de la información marca pauta, las evidencias son palpables y muchas.
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Valero, N. (2020). LA BIOSEGURIDAD Y EL PERSONAL DE SALUD: A PROPÓSITO DE LA PANDEMIA DE COVID-19. Enfermería Investiga, 5(3), 1. https://doi.org/10.31243/ei.uta.v5i3.901.2020
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