Fecha de recepción: 21/01/2020-Fecha de aceptación: 23/01/2020 Internet y las tecnologías digitales han emergido exponen-cialmente para transformar prácticamente todos los secto-res productivos de la sociedad, provocando la llamada "cuarta revolución industrial" 1 y cambiando globalmente a la manera que teníamos de acceder a la información, de co-municarnos, de aprender, de analizar datos, de generar co-nocimiento, de consumir productos o servicios, etc. Gracias a esta nueva realidad digital, las necesidades, expectativas, hábitos, demandas e intereses de la ciudada-nía también se han visto afectados, provocando un cambio irreversible y disruptivo en la sociedad actual. Como no podía ser de otra manera, esta revolución también ha llegado a la salud y a la atención sanitaria. Tanto es así, que desde hace algunos años convivimos con términos como "salud digital" o "e-pacientes", para re-ferirnos a aquellos individuos que usan las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) para informarse, formarse, empoderarse e involucrarse en el cuidado de su salud 2. Parece lógico pensar que cada vez será mayor la pro-porción de estos nuevos pacientes digitales, y por tanto también lo será la demanda de una atención sanitaria más digital, acorde a los avances sociales, científicos y tecnoló-gicos que presenciamos día tras día. La salud digital, también llamada e-salud o e-health en inglés, entendiendo por ella la integración de las tecnologías digitales para mejorar la salud humana, los servicios sanita-rios y el bienestar de la población 3 , ya no es un concepto tan novedoso desde una perspectiva teórica, ya que sus pri-meras menciones corresponden a principios de los 2000 4. La propuesta de valor de la salud digital es clara: aportar soluciones digitales a los problemas actuales de los pacien-tes-ciudadanos y del sistema sanitario, mediante mejoras en accesibilidad, en autonomía, en las conexiones entre los dis-tintos agentes de salud, en la descentralización de los servi-cios hospitalarios, en la formación, educación y participación de los pacientes, y de forma muy destacada, en el uso inte-ligente de datos que permitan tomar mejores decisiones y obtener así mejores resultados en salud. Esta transformación de la salud hacia un modelo más digital se ha postulado como una evolución inevitable para los sistemas de salud, además de una gran aliada del nuevo paradigma de la Medicina de las 4P 5 , debido a que entre sus potenciales beneficios se encuentra el poder favorecer una atención sanitaria más participativa, personalizada, pre-dictiva y preventiva, sobre todo gracias a su capacidad para derribar barreras físicas y temporales, a las nuevas técnicas de análisis de datos, a los dispositivos y aplicaciones móviles y a los biosensores, entre otros factores. En este sentido, son numerosas las organizaciones cien-tíficas 6,7 , sanitarias 8 y expertos los que consideran que las tecnologías digitales tienen el potencial para mejorar la salud de las personas y de optimizar la atención sanitaria que ofrecen los sistemas de salud 9. Sin embargo, ya en pleno 2020, los sistemas sanitarios todavía presentan un claro y profundo retraso en lo que res-pecta a la transformación digital, y a la planificación, diseño e implementación de estrategias de salud digital. Entre los diferentes motivos que se han propuesto como causas posibles de este problema de brecha digital se en-cuentran 10 :-La falta de evidencia científica respecto a las mejoras en salud que puede generar la salud digital.-Un déficit importante entre las competencias digitales requeridas y las que tienen actualmente los profesionales sanitarios para impulsar e integrar las diferentes estrategias de salud digital 11 .-La deficiente absorción de la innovación tecnológica digital que suele caracterizar al sector sanitario.-Otros como la falta de una estrategia institucional sobre transformación digital de la salud, un desarrollo de un marco legal regulatorio, la interoperabilidad entre sistemas de infor-mación, la protección de los datos sanitarios, etc. Alineado con algunos de los cambios generados por la revolución digital, la Farmacia Hospitalaria también ha ido evolucionando de una forma progresiva en los últimos años, sin parar de mejorar y crecer en lo que respecta a adquisi-ción de competencias, complejidad, integración asistencial, tecnificación, etc. Ante esta evidente transformación de la profesión far-macéutica hospitalaria dentro de un entorno social cam-biante y en el que las barreras entre ámbitos asistenciales disminuyen, es preciso seguir adaptándonos a la nueva re-alidad digital y orientar nuestra propuesta de valor útil hacia las necesidades y expectativas de los pacientes-ciudadanos, para así ofrecer una atención farmacéutica más orientada a proponer y generar soluciones a sus problemas y menos centrada en el medicamento 12. Afortunadamente somos un colectivo que goza de ex-periencia en evolucionar y en transformar progresivamente nuestras competencias y modelos de atención, tanto dentro como fuera del ámbito hospitalario 13. En esta línea, la Farmacia Hospitalaria en su conjunto debe favorecer la aparición e impulsar a los factores y a los agentes de cambio necesarios en todas las esferas y dimen-siones del colectivo (organizativa, cultural, formativa, de ac-titud, etc.), apostando de manera decidida por la innovación digital e investigación en salud digital.
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Montero Delgado, J., Monte Boquet, E., & Martínez Sesmero, J. (2020). Hacia una Farmacia Hospitalaria Digital. Revista de La OFIL, 30(1), 12–13. https://doi.org/10.4321/s1699-714x2020000100005
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