Durante mis estudios en la Facultad de Medi-cina de la Universidad de Chile, la ética médica no se enseñaba en cursos formales, solamente participábamos en seminarios y reuniones clí-nicas para discutir temas muy especiales, como el aborto y sus consecuencias. Sin embargo, nuestros maestros nos enseñaron con su ejemplo una tradición cultural ética que se forjó antes de que existiera la profesión médica como hoy la concebimos. La confidencialidad, el respeto a la privacidad, el no obtener beneficios pecuniarios desmedidos en la atención de los pacientes, y no dañarlos conscientemente, son conceptos éticos que al parecer nacieron antes de Hipócrates y sus discípulos, cuando los "sanadores", "curanderos" o "chamanes" atendían a seres desvalidos, sufrientes, y respetaban su condición de tales. Actualmente, la atención de salud y sus proyec-ciones futuras hacen indispensable y perentorio que la bioética clínica se incorpore no solo a los currículos de pre y postgrado de las Facultades de Medicina, sino también a la actividad profesio-nal de todos quienes velamos por la salud de las personas. Al estudio de estos temas y su práctica consiguiente se han integrado los profesionales de la salud y de otras áreas del saber: filósofos, religio-sos, sociólogos, abogados, ingenieros, economis-tas, administradores que organizan y dirigen las instituciones prestadoras de salud, los legisladores y políticos que asumen responsabilidades en salud, y representantes de la colectividad. La bioética clínica es ahora una especialidad en sí misma, con cultores que han demarcado fronteras del saber cada vez más amplias y doctas, con metodología y normativas precisas. Al comenzar a leer este libro me hice la pre-gunta ¿Por qué se necesita dar tal relevancia a la bioética clínica, llegando a un volumen de casi seiscientas páginas, cuando esta es una materia que hace pocas décadas no se enseñaba formalmente? La respuesta que puede dar un clínico con más de cincuenta años de actividad profesional, nace de la vertiginosa evolución científica y tecnológica que han experimentado la biología, la psicología y la sociología, y su repercusión en la salud humana. Ello conlleva la aplicación de técnicas altamente eficaces, pero también complejas y peligrosas. Ya es una observación repetida que el progreso de la medicina ha conducido a la subespecializa-ción precoz de los médicos, que se encasillan en sectores muy restringidos del quehacer profesio-nal. La pérdida progresiva del paternalismo va acompañada por una disminución de la confianza que antaño estaba implícita en la relación de un médico con su paciente. El fácil acceso del público a información médica, muchas veces de dudosa calidad, ha conducido a un aumento de sus expec-tativas y a exigencias desmedidas. La limitación del tiempo destinado a las acciones profesiona-les, sean de medicina clínica, de enfermería, de odontología, disminuyen la fidelidad ancestral de los pacientes generando una desconfianza que es un factor crucial en el descrédito de las acciones médicas y en la menor adhesividad de los pacientes a las indicaciones de los profesionales. El respeto a la autonomía del paciente, guiándolo a que sea él, o ella, quien tome una "decisión informada", se convierte muchas veces en una tortura: decidir lo que elegiré que hagan conmigo, o con mi hija, no es lo mismo que decidirnos a comprar una casa, cam-biar el automóvil, realizar un viaje o la emigración de una familia. Las decisiones clínicas conjuntas y consensuadas del modelo deliberativo suelen estar dificultadas por el temor o la ansiedad de los pacientes. Los errores médicos ya no se aceptan con la mansedumbre que conocimos hasta hace pocas décadas: ahora provocan rencor, ansias de reparaciones y de castigos, acogidos patéticamente en el ámbito de la judicialización de la medicina. Así es como un médico comprende que se haya constituido la bioética clínica en una guía fundamental para el ejercicio profesional y la docencia. Una frase en la página 203 de este texto podría sintetizar el rol de la bioética clínica, cuando pre-tende ayudar a cumplir la premisa de "cuidar de la salud de las personas respetándolas como tales". Si ese fue el propósito de este texto, sea bienve-nido. Ahora, analicemos cómo lo enfrentaron sus editores, considerando que el libro-y cito frases de la Introducción-"está destinado a todos los profesionales de la salud que buscan un continuo perfeccionamiento en su actividad profesional y persiguen profundizar su vocación, a docentes de carreras en ciencias de la salud, a estudiantes de universidades hispanoamericanas, a los miembros Rev Med chile 2012; 140: 1508-1509
CITATION STYLE
Reyes B, H. (2012). “Bioética Clínica”, de Juan Pablo Beca y Carmen Astete (Editores). Revista Médica de Chile, 140(11), 1508–1509. https://doi.org/10.4067/s0034-98872012001100022
Mendeley helps you to discover research relevant for your work.