El tributo, en su significado más generalizado, es un recurso público por el que el Estado obtiene ingresos que destina al cumplimiento de sus fines. Sin embargo, este concepto no siempre se interpretó del mismo modo, sino que se fue transformando a medida que las funciones estatales se hicieron cada vez mayores y sus intervenciones se extendieron más allá de las funciones consideradas básicas. En ese trayecto, el tributo fue el motivo principal – y a veces el único – desencadenante de importantes movimientos sociales y políticos en los que contribuyó a poner en evidencia al momento de diseñar la política estatal, la tensión permanente entre el poder soberano y la libertad individual. El debate sobre su legitimidad gira de manera más o menos explícita, alrededor de la necesidad que quienes lo soporten, sean los que más tienen/obtienen; y por lo tanto asumen el deber de contribuir en mayor medida al sostenimiento del Estado y a la distribución de la renta entre los miembros de la comunidad. Consideramos que el tributo es una respuesta cultural para sostener al Estado en su acepción más amplia de colectividad humana organizada. Para demostrarlo partimos de una visión integrativista, con énfasis en la teoría trialista del mundo jurídico, analizando el fenómeno de la tributación desde los rasgos comunes a todo fenómeno jurídico, esto es, en sus tres dimensiones (social, normativa y valorativa); y las relaciones materiales, temporales y espaciales que integran la complejidad entre el ejercicio de la libertad y el deber de tributar.
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Ayala Rojas, D. E. (2014). La construcción cultural del tributo (en diálogo integrativista trialista). Revista de La Facultad de Ciencias Económicas, (12), 60. https://doi.org/10.30972/rfce.012417
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