Es común decir que lo que distingue entre sí las ciencias sociales es el método, lo que no es totalmente cierto: la rica historia de la teoría antropológica bien el con-prueba. Sin embargo, hay que reconocer que, mientras que los grandes saltos teóricos tienden a ser absorbidos tarde o temprano por todas las disciplinas socioculturales, las diferenciaciones metodológicas ?? las diferentes formas de hacer ciencia ?? ¿? tienden a seguir las rutas disciplinarias. Se trata de algo que se deriva necesariamente del aprendizaje? de la tarea científica, que no se limita a trans- mitar actitudes o disposiciones cognitivas pero que involucra al científico como persona social integral. Es pues común que estas disposiciones metodológicas (así como las formas de vida que a ellas están frecuentemente asociadas) sean transmitidas más por el ejemplo y el gusto, de profesor / a a discípulo, que propiamente por dictámenes metodológicos estrictos y verbalizables. La actividad científica es, y nunca dejará de ser, una actividad social total, practicada por agentes cuyo proceso de constitución sigue trámites y procesos inevitables sociales. Por supuesto, hay reglas; hay procesos que diferencian la práctica y el aprendizaje científico de otros tipos de prácticas y aprendizajes; pero la naturaleza social de los eslabones humanos involucrados en el proceso de creación científica es indiscutible. No quiere decir, sin embargo, que las metodologías científicas no deban ser elaboradas, discutidas y aprendidas. Hay indudablemente ganancia en elaborarlas de forma explícita, tanto para que su aprendizaje supere los límites estrictos de los departamentos universitarios, como para que se puedan crear áreas de debate más amplio. En particular, en la antropología sociocultural, ocurre un proceso peculiar de silenciamiento. De tal forma la identidad de la disciplina está ligada a la revolución cualitativista malinowskiana, que la práctica antropológica acaba por surgir como idéntica y limitada a la observación participante en lugares exóticos. Se olvida, de esta forma, toda la complejidad de la rica herencia metodológica que nos ha sido legada por más de ciento cincuenta 356 años de práctica disciplinaria explícita. 1 ¡Cuántos y cuántos antropólogos han vuelto el conocimiento que nos han leído y que los ha hecho famosos de otras formas, que no viajan peligrosamente por tierras lejanas! Por otro lado, la limitación a la observación participante es errónea históricamente, porque los antropólogos del pasado desarrollaron un complejo registro metodológico que sobrepasa en mucho los lugares comunes etnográficos.
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Cabral, J. de P., & Lima, A. P. de. (2005). Como fazer uma história de família: um exercício de contextualização social. Etnografica, (vol. 9 (2)), 355–388. https://doi.org/10.4000/etnografica.2975
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