EDITORIAL Palabras clave: feminización; educación médica; docentes médicos; rol del médico; historia. Históricamente, las mujeres han desempeñado una función de suma importancia en la presta-ción de asistencia sanitaria. Así ocurrió en la ma-yoría de los países con anterioridad a la aparición de los sistemas modernos de atención de salud, siendo las mujeres las principales dispensadoras de cuidados en el seno de las familias y de sus comunidades, y actuando en muchos países en desarrollo como parteras tradicionales. Fuera del ámbito familiar, las mujeres ocupan el primer lu-gar en las filas del personal voluntario que trabaja en los hospitales y otras organizaciones comuni-tarias. También lo son en las escuelas elementales entre cuyas tareas se encuentra la enseñanza de conductas favorables para el mantenimiento de la salud y la prevención de enfermedades. Son muchas las razones que explicarían el por qué de esta función de las mujeres. Una de ellas se debe a las formas de diferenciación de funciones por razón de sexo desde su nacimien-to, mediante aprendizaje y condicionamiento social. Dicha diferenciación se observa en una división sexual del trabajo en el seno de la fami-lia y en el mercado laboral, actitud arraigada en las tradiciones y costumbres sociales donde la idea que la división del trabajo entre los miem-bros masculinos y femeninos de la familia es más complementaria que competitiva, y don-de los padres sirven como modelos y roles de función. El otro aspecto de esta diferenciación está marcado en las funciones asignadas por el mercado laboral. A lo largo de la historia, las diferentes profe-siones y actividades sanitarias han ido constru-yendo identidades profesionales sexuadas, las que han ido variando según los momentos histó-ricos. Desde la creación de las universidades en el siglo XIII hasta finales del siglo XIX, cuando las primeras mujeres empezaron a estudiar y a prac-ticar la medicina, los miembros de la profesión eran exclusivamente hombres. Pero la incorpora-ción de actividades codificadas como masculinas, ha sido un proceso activo y cambiante en virtud del cual las habilidades consideradas femeninas se convirtieron en masculinas, como sucedió con la atención del parto en los siglos XVIII y XIX. En la segunda mitad del siglo XIX, comienza a considerarse que la educación puede preparar a la mujer para cumplir mejor la tarea de formar nuevos ciudadanos y constituir un apoyo adecua-do para maridos modernos. Parte de la respues-ta a este fenómeno reside en la cultura local de
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Petrone, P. (2018). La feminización en la Medicina. Revista Colombiana de Cirugía, 33(2), 132–134. https://doi.org/10.30944/20117582.54
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