Tan antiguos como la existencia de los seres vivos son los mecanismos de adaptación que les han servido para evolucionar y sobrevivir. Con la aparición del cerebro reptiliano surgieron las primeras emociones y, desde entonces, los procesos emocionales han estado ligados al desarrollo cerebral, aumentando en grado y sofisticación según evolucionaban las especies. La máxima expresión del desarrollo emocional la podemos encontrar en el ser humano, en el que se ha demostrado cómo las emociones son fundamentales en su proceso de crecimiento. De hecho, el equilibrio y la maduración de las conexiones entre el córtex prefrontal y el sistema límbico condicionan la vivencia emocional en las distintas etapas de la vida de las personas. Tomando como «grupo control» la población adulta (con ausencia de patologías), nuestro objetivo es realizar una revisión bibliográfica de trabajos experimentales recientes para ilustrar la existencia de diferencias y/o semejanzas en la expresión y la experiencia emocional en las principales etapas evolutivas del ser humano: infancia, adolescencia y vejez. En general, la mayoría de trabajos experimentales analizados indican una predisposición a experimentar emociones negativas en los primeros meses de vida y una tendencia hacia las experiencias emocionales positivas en la vejez. Por otro lado, la adolescencia se caracteriza, fundamentalmente, por ser una etapa de gran desequilibrio emocional. Finalmente, en el presente trabajo se estudiará la relación de la experiencia y la expresión emocional propias de estas etapas con el proceso de maduración del sistema nervioso central
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Pallarés Montañés, I., Peris Fernández, B., Santas Bona, J. F., Suller Balaguer, N., & Pastor Verchili, M. del C. (2015). Emoción y desarrollo evolutivo: Infancia, adolescencia y vejez. Àgora de Salut, (1), 85–96. https://doi.org/10.6035/agorasalut.2015.1.6
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