La Economía Social está atravesando actualmente por un proceso interesante de adaptación, redefinición y remodelación, que son indicativos de su vitalidad. Desde sus orígenes en el cooperativismo del siglo XIX, la economía social ha "absorbido" nuevos sectores económicos y más formas organizativas para realizar todo tipo de actividades humanas.Cuando las cooperativas en España relegaron el concepto de asociación como criterio dogmático de definición para destacar su carácter empresarial, surgieron nuevas fórmulas como las sociedades laborales que tendieron puentes con formas tradicionales de empresas para conseguir frenar, a partir de los años setenta, el desempleo con la participación activa de los trabajadores.También en los años ochenta surgen las teorizaciones amplias sobre el contenido de la Economía Social, ampliada, desde el cooperativismo inicial, a las asociaciones, mutualidades asistenciales y fundaciones (AMAF), en virtud especialmente de la Carta francesa de la Economía Social y de los primeros informes de la CEE. Todas estas organizaciones tienen como centro la persona y el trabajo, y no el capital, son organizaciones privadas y desarrollan actividades económicas de servicio a sus socios y a la sociedad con criterios de gestión y de atribución de resultados no capitalista.El entendimiento entre las organizaciones que forman el sector de la economía social no ha sido en ocasiones fácil, y se ha utilizado alternativamente (Francia) la expresión "economía solidaria" para contraponerla a la economía social "establecida", discutiendo sobre el mantenimiento de los principios originales, especialmente por la acentuación de rasgos empresariales típicos, y sus consecuencias, en las cooperativas. La redefinición de los principios cooperativos en la segunda mitad de la década de los noventa ha ayudado a reafirmar el compromiso con los principios y valores que inspiran la Economía Social como sector diferenciado.Reafirman también las organizaciones de Economía Social su compromiso con los derechos humanos, con la ecología, con la financiación ética, y desarrollan redes de colaboración solidaria en toda la cadena productiva (conectando, por ejemplo, el consumo ético y responsable con el comercio justo), y ello es así porque los miembros de sus organizaciones son también ciudadanos activos al aplicar sus valores y ética, por lo que en definitiva, la Economía Social sigue apoyando y desarrollando alternativas para superar un modo de vida que justifica la producción capitalista social y económicamente irresponsable.
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Argudo Périz, J. L. (2011). El Tercer Sector y Economía Social: marco teórico y situación social. Acciones e Investigaciones Sociales, (15), 239. https://doi.org/10.26754/ojs_ais/ais.200215230
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