1. Introducción Las Universidades españolas se encuentran ante la necesi-dad de adaptarse a un nuevo contexto. El sistema universitario español, que hace pocas décadas era relativamente pequeño y homogéneo, se ha transformado en un sistema muy amplio, complejo y heterogéneo. El crecimiento ha sido debido al cambio en la función do-cente de la Universidad en los dos primeros ciclos, que han de-jado de ser un mecanismo de formación de élites para transformarse en un medio de diseminación de conocimientos generales a una capa muy amplia de los jóvenes de cada gene-ración. La aprobación de la LRU y el Estado de las Autonomías, así como la aparición de las Universidades privadas ha llevado a una progresiva diferenciación entre las Universidades españo-las. Hace tres décadas la formación que un estudiante recibía en cualquiera de las Universidades públicas españolas era simi-lar. En la actualidad, las diferencias entre las Universidades se ha acrecentado enormemente. Los planes de estudio son dife-rentes, no sólo en la orientación de las asignaturas, sino en el número de años de estudio, las materias que se cursan o el gra-do de exigencia. Los criterios para seleccionar los profesores son también muy distintos entre Universidades. Finalmente, la organización y las normas de funcionamiento varían también ampliamente entre Universidades. Hubiera sido esperable como consecuencia de esta hetero-geneidad y de la movilidad promovida por la Unión Europea que se hubiese producido una mayor apertura en las Universi-dades. Desgraciadamente para el sistema universitario español, esto no ha ocurrido, sino que han aumentado las trabas a la movilidad de profesores y estudiantes. Creemos que esta situa-ción no podrá mantenerse a medio plazo. La apertura progresi-va de las sociedades europeas, el crecimiento de los medios de comunicación e información, la caída de la natalidad en España y la amplia oferta de formación superior disponible terminará forzando a las Universidades a competir por los mejores estu-diantes en un entorno cada vez más complejo. Por otro lado, el sector público se encuentra sometido a una fuerte presión social por aumentar su eficiencia y la calidad de sus servicios y la Universidad no puede escapar a este fenóme-no. Esto implica que las Universidades deben plantearse la me-jora de sus actividades si quieren asegurar su supervivencia en un mundo progresivamente abierto y bien informado.
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Peña, D. (1998). La mejora continua de la calidad en la Universidad: algunas experiencias en la Universidad Carlos III de Madrid. Gestión y Análisis de Políticas Públicas, 83–94. https://doi.org/10.24965/gapp.vi11-12.147
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