La industria cultural es un renglón clave en las economías capitalistas aporta al Producto Interno Bruto de los países en desarrollo, contribuye en la formación de recursos humanos cualificados, la configuración de las identidades nacionales, la consolidación del consumo cultural, la formación de audiencias y públicos críticos. El conjunto de los países desarrollados, con menos del 30% de la población mundial, concentran el 87% de las salas cinematográficas y el 54% de las radioemisoras existentes en cambio los países en desarrollo, con más del 70% de la población, sólo poseen el 13% de las salas y el 46% de las emisoras radiales. De modo que es pertinente interrogarse por las posibilidades de América Latina y, en particular de Colombia, de hacer parte efectiva de un mercado de bienes y servicios de la industria cultural, especialmente del cine, en la era de la globalización. En la perspectiva optimista, la producción de cine en colombiana ha ascendido desde la ley de cine de 2003, se han realizado diferentes cintas (cortos y largometrajes) que han despertado el interés del público local como fue el caso de “Soñar no cuesta nada” de Rodrigo Triana o “El colombian dream” de Felipe Aljure ‘Perder es cuestión de método’, de Sergio Cabrera y ‘La sombra del caminante’, de Ciro Guerra. Sigue siendo problema la exhibición, la internacionalización, la formación de guionistas, la formación de público, y el acompañamiento a quienes reciben el apoyo financiero para las producciones.
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D´abbraccio Krentzer, G. A. (2015). LA INDUSTRIA DEL CINE EN COLOMBIA. Entre el optimismo ingenuo y el pesimismo crónico. Luciérnaga-Comunicación, 7(14), 36–45. https://doi.org/10.33571/revistaluciernaga.v7n14a1
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