Los patrones de acoso se instauran en edades tempranas como pautas aprendidas mediante el método de ensayo-error. Los niños y adolescentes interactúan con otros y van tendiendo a reproducir aquellas conductas que les aportan algún tipo de satisfacción y a dejar de mostrar las que no les satisfacen o se les reprimen. Por distintas causas hay niños y adolescentes que interactúan con sus compañeros de forma abusiva, acosándoles y sometiéndoles. Si no prevenimos, detectamos e intervenimos ante el acoso escolar o bullying, estos patrones probablemente se reproduzcan en la edad adulta, en forma de mobbing o maltrato doméstico. De otra parte las víctimas, bien sea por factores que propiciaron serlo o bien por las secuelas del acoso sufrido, serán más susceptibles de seguirlo siendo en la vida adulta ante la presencia de algún acosador. Se constata que ambos roles, acosadores y víctimas, son perfiles más susceptibles que la población general de padecer, entre otros, trastornos en el ámbito psicológico y situaciones negativas como pueden ser el consumo de drogas, tener problemas laborales y de pareja e incluso verse involucrados en la comisión de delitos, en el caso de los acosadores.
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Barri Vitero, F. (2021). Combatir el bullying para evitar el maltrato en la vida adulta y otras conductas desadaptadas. Revista INFAD de Psicología. International Journal of Developmental and Educational Psychology., 2(2), 93–98. https://doi.org/10.17060/ijodaep.2021.n2.v2.2212
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