El 5 de Octubre de 1885, a la sazón hace 112 años, sucumbió Daniel Alcides Carrión, estudiante del 6to año de Medicina, a consecuencia de la hasta entonces no conocida forma febril anemizante de la Verruga Peruana que hubo sido adquirida por él mediante autoinoculación voluntaria. Veintiún días después de la autoinoculación que fue practicada en dos escarificaciones de cada uno de sus brazos con exudado sanguinolento obtenido de un botón verrucoso del donador, se declaró un cuadro febril con anemia galopante que le produjo la muerte al 19no día. El recuento de glóbulos rojos realizado un día antes de su muerte arrojó apenas 1 085 000 por mm3. La transfusión de sangre que hubo sido aconsejada no se llevó a cabo debido a que por entonces no era todavía un recurso técnicamente manuable. De su lecho de muerte impartió Carrión un mensaje a los médicos peruanos: "Aún no he muerto amigos míos; a Uds. les toca continuar la obra siguiendo el camino que les he trazado". El mensaje de Carrión ha sido captado y cumplido a lo largo de los 112 años que han seguido a su muerte y continuará vigente en los siglos venideros.
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Cuadra Calle, M., & Cuadra, A. L. (2014). Enfermedad de Carrión: Inoculaciones de Seres Humanos con Bartonella bacilliformis, Una Revisión. Anales de La Facultad de Medicina, 61(4), 289. https://doi.org/10.15381/anales.v61i4.4368
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