En 1817, la creación del Cuerpo de Médicos Directores de Baños se justificó por la necesidad de conocer el remedio hidromineral y garantizar una correcta administración del mismo. Esta medida concedía a este nuevo colectivo de expertos poder elegir el lugar en que querían desempeñar su función. La medicalización de los baños y la subsiguiente creación del balneario supusieron que los médicos directores tuviesen un relevante papel en el funcionamiento de esta nueva industria, a menudo contrario a los intereses económicos de los propietarios, aunque en algunos puntos coincidentes. Los análisis químicos de las aguas fueron una de sus actividades desarrolladas, a las que se unirían las del estudio del medio para constituir topografías médicas balnearias, una literatura científica que acabaría por avalar que la curación se vinculaba a condiciones ambientales que trascendían el propio valor del agua. A medio camino entre las funciones de propaganda y control, entre la medicalización y el turismo, estos dos colectivos protagonizaron una permanente contienda que fue conocida como “la libertad balnearia” y hubo de saldarse con la supresión del cuerpo en 1932 y su sustitución, tras la Guerra Civil, por un cuerpo de inspectores de establecimientos balnearios.
CITATION STYLE
Rodríguez-Sánchez, J. A. (2015). ¿Un enemigo del pueblo?: medicina, industria y turismo en España (siglos XIX-XX). Agua y Territorio, (6), 34–43. https://doi.org/10.17561/at.v0i6.2808
Mendeley helps you to discover research relevant for your work.