En la actualidad, por causa de la cuarentena y el aislamiento social derivados del surgimiento del COVID-19, se han suscitado importantes consecuencias sociales, culturales y, principalmente, económicas, como la disminución del aparato productivo en todos los rangos de edad, el incremento desproporcionado de las tasas de desempleo y, con ello, el quiebre sistemático de empresas (Molina et al., 2020); razón por la cual ha aumentado la discusión en torno a la importancia de las empresas en el resurgimiento económico y, de forma paralela, la importancia de la gestión organizacional y su relación con el eficiente funcionamiento empresarial (Nicolas y Rubio, 2020). En este contexto es importante aclarar que la gestión organizacional es un factor que encierra estrategias orientadas a nivel interno y externo; la primera refiere inicial e indispensablemente el enfoque hacia lo humano y su bienestar (Gil et al., 2021), lo cual implica, entre tanto, orientar las decisiones con base en la gestión emocional y sus implicaciones en la capacidad de trabajo en equipo. Y esto se presenta como un aspecto clave ante los retos del periodo de pandemia y de pospandemia (Martínez et al., 2020). Al sustentarse en ello, las organizaciones amplían la capacidad de gestionar los periodos de crisis y desarrollan, de acuerdo con Salanova (2020), resiliencia reactiva, la cual conlleva indispensablemente una preparación estratégica proactiva, con un énfasis más potencial que responsivo, teniendo como principal objetivo anticipar, estructurar y minimizar el impacto de acontecimientos imprevistos, como el acaecido en el tiempo actual, que tiene una connotación primordialmente externa. Esta imprevisibilidad conlleva, no obstante, al reconocimiento de la necesidad de la solidificación de los procesos de formación, orientados hacia la digitalización (Martín, 2020), entendiendo que la situación coyuntural permitió evidenciar las faltas de respuesta en transformación digital; todo lo cual nos enfrenta a nuevos retos en materia de virtualización, formación, infraestructura, conectividad, cultura y gestión (Ramírez, 2020). A su vez, más allá del factor tecnológico, en la gestión organizacional subyacen diferentes componentes que deben ser abordados. Entre estos están las relaciones industriales, el enfoque estratégico, la innovación, la calidad y el control; los cuales, de acuerdo con Romero et al., (2020) son vitales de cara la competitividad e integración organizacional. Estos dos últimos aspectos son considerados por Álvarez et al., (2020) como "un sistema que permite a las organizaciones cumplir con sus propósitos y metas establecidas como identidad corporativa, garantizando la satisfacción integral de sus actores" (p. 1), perfilándose como un aspecto coherente con el primer propósito interno que se tiene en la gestión organizacional y que, de acuerdo con lo remarcado, es trascendental dentro del análisis empresarial y organizacional en la situación coyuntural por causa de la pandemia. En definitiva, desde los procesos de gestión organizacional o empresarial se deben priorizar los focos de riesgo para el tejido empresarial. Estos se focalizan en las PYME y las empresas familiares, las cuales carecen en su mayoría de una cultura empresarial; razón por la cual se hace necesario impulsar modelos administrativos y estratégicos que les permita migrar hacia plataforma digitales de comercio y, a su vez, estructurar un modelo de gestión del conocimiento
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Valencia-Arias, A. (2021). Gestión organizacional en tiempos de pandemia. Gaceta Científica, 7(2), 43–44. https://doi.org/10.46794/gacien.7.2.1089
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