Uno de los cuestionamientos más recurrentes durante la pandemia ha girado alrededor de la toma de decisiones y el tipo de evidencia que las respalda. Comparada con otras crisis como la económica del 2008, que principalmente afectó al sector financiero; o el escenario de malas decisiones durante la epidemia de la gripe aviar en la década de los setenta (1), la pandemia por COVID-19 ha afectado todo el sistema socioeconómico y generando incertidumbre ha aumentado la percepción de riesgo. Esto ha hecho que se requieran tiempos de respuesta más cortos, así como una reflexión del sistema de valores de las sociedades en el proceso de toma de decisiones. En este contexto, las evidencias provienen de diferentes sectores y de diferentes ramas del conocimiento. La pregunta que razonablemente surge entonces es: ¿A quién escuchar? La rapidez con que se deben tomar las decisiones en tiempos de pandemia requiere un ajuste al modelo de toma de decisiones basado en evidencia que demanda información con alta credibilidad y libre de sesgos. Por ejemplo, el resultado de investigación científica de calidad. Supone además que la información disponible sea el resultado de un exhaustivo análisis y una evaluación metódica, además de accesible y fácil de entender. En la actual coyuntura estos estrictos requerimientos son casi imposibles de atender. Se ha pasado de utilizar exclusivamente información de alta credibilidad, a aceptar información razonablemente creíble; de priorizar la información mediante una evaluación sistemática, se ha pasado a hacer una valoración desde la subjetividad del juicio profesional y la experiencia de quienes evalúan la información disponible.
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Acosta Ortiz, A. M. (2020). La toma de decisiones de gobiernos y sectores de la sociedad, intuiciones y datos en tiempos de pandemia SARS-COVID-19. MedUNAB, 23(3), 369–371. https://doi.org/10.29375/01237047.4009
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