En la filosofía política aristotélica, la definición biológica del hombre como “animal político” funciona como justificación para la creación de la polis. Aristóteles clasifica al hombre como un animal caracterizado por su habilidad racional y comunicativa, capacidades que lo determinan a formar comunidades con miras a la “vida buena”. Esta definición de la naturaleza humana supone la creación de la polis; el único espacio donde el hombre puede desarrollar sus virtudes y vivir una vida plena y feliz. Dentro de esta polis, Aristóteles le otorga participación política solo a los individuos que cum-plen con esta descripción. A partir de esto surge la pregunta: ¿Quiénes quedan al margen de la polis? Fuera de este espacio político quedan todos los que hacen posible la vida en la polis: las mujeres, los trabajadores y los esclavos. Más allá de estas redes económicas y sociales queda el propósito de este artículo, la “bestia”: los seres humanos caracterizados por su carencia de disposición política tanto en instancias desarrolladas como la polis y las más primitivas como la aldea o el hogar. De esta manera, los hombres bestiales son inútiles para la vida en comunidad ya que no cumplen con su función como animales políticos y sus acciones no están guiadas por un bien común. Se argumentará que a partir de esto que la bestia padece una triple exclusión: la política, al negársele la posibilidad de ciudadanía; la social, al prohibirle la partici-pación en la comunidad que sustenta económicamente a la polis y, por último, la biológica al ser excluido del conjunto conceptual de los hombres.
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Martínez Rivera, Y. (2015). Más allá de la polis: la bestia en Aristóteles. HUMAN REVIEW. International Humanities Review / Revista Internacional de Humanidades, 4(1). https://doi.org/10.37467/gka-revhuman.v4.745
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