En este ensayo, y desde los Comentarios reales y la Historia general del Perú, abordo los motivos que justifican el epíteto que hace años le vengo otorgando al Inca Garcilaso de la Vega: nuestro primer gran escritor. La primera parte examina el carácter literario de su escritura, considerando la simetría como su principio rector, la poesía de su prosa, la fuerza narrativa de sus cuentos, las alegorías de sus estampas líricas, su anticipación de la memoria autobiográfica como género moderno y la creación de personajes inolvidables y diálogos estremecedores. La segunda calibra el rol del Inca como mitólogo, y explica cómo su orfandad psíquica lo mueve a buscar figuras paternas que sustituyan al padre y a construirse a sí mismo como ente mítico andino: el wakcha. En su obra, el doble —noción mítica milenaria que la modernidad ha hecho suya para aludir a la complejidad del ser humano como ente conflictivo— se convierte en el tropo rector de la creación de sus personajes. Con un manejo magistral, nuestro Inca anticipa en más de dos siglos a Dostoievski. Concluyo ponderando las reverberaciones actuales de la lección magistral que nos ha dejado su celebración del mestizaje.
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López-Baralt, M. (2017). El Inca Garcilaso, nuestro primer gran escritor. Letras (Lima), 88(127), 4–30. https://doi.org/10.30920/letras.88.127.1
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