La anemia hemolítica más frecuente en la población mundial es la anemia de células falciformes, con una incidencia de 1/600 recién nacidos en Estados Unidos y en España algunas regiones con incidencia de 1/5000 neonatos; en Colombia no hay registros con respecto a la incidencia y prevalencia. La transmisión de la ACF es autosómica dominante. Los homocigotos (SS), no sintetizan Hb A y poseen eritrocitos con un 90% de Hb S. El portador o heterocigoto (AS) tiene hematíes con Hb A mayor al 50% y Hb S de 20 – 40% y son usualmente asintomáticos. La Hb S se debe a una mutación en el gen de la cadena beta de globina, lo que conlleva a la polimerización de la Hb en condiciones de baja oxigenación, originándose un cambio en la morfología del eritrocito adquiriendo la forma falciforme. La sintomatología es secundaria a la anemia hemolítica crónica, la vaso–oclusión en los diferentes órganos y la asplenia funcional la cual predispone a la infección. Otras manifestaciones asociadas son el secuestro esplénico, la aplasia eritroide y las complicaciones órgano – especificas, que disminuyen la calidad de vida y predisponen a mayor mortalidad. Su manejo debe realizarse en centros de referencia donde haya un manejo integral incluyendo el recurso humano y físico, ya que el manejo inadecuado y sus complicaciones disminuyen la sobrevida la cual no es superior a los 45 años según reportes.
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Ayala Viloria, A. J., González Torres, H. J., & David Tarud, G. J. (2021). Sickle Cell Anemia: A review. Salud Uninorte, 32(3), 513–527. https://doi.org/10.14482/sun.32.3.9750
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