LA BÚSQUEDA DE UNA definición de lo juvenil ha quedado tradicionalmente sin respuesta satisfactoria. Situar al objeto de la búsqueda no es sencillo, porque éste es uno desde el punto de vista de la biología, y es otro si hablamos de una cualidad social, psicológica o fenomenológica. Algunos han definido a los jóvenes como aquellos que ya no pueden seguir siendo considerados niños, pero que todavía no son adultos. Otros, como Bourdieu, 1 remiten la juventud a las relaciones de poder entre las generaciones, es decir, los jóvenes son los que luchan por el poder frente a los viejos. Los teóricos del desarrollo humano coinciden en que la juventud es el período de la vida que con mayor intensidad evidencia el desfase entre las dimensiones biológicas, psicológicas y socioculturales. 2 La problemática generacional es un fenómeno reciente en los países latinoamericanos. En el medio rural de principios de siglo, las generaciones se integraban a las responsabilidades de la vida adulta a través del trabajo familiar y del matrimonio. Los procesos de urbanización y las legislaciones, al mismo tiempo que los requerimientos de incorporación y capacitación laboral, fueron estableciendo marcos simbólicos y normatividades cada vez más marcados en torno al ser joven. Tradicionalmente, el imaginario sobre este ser joven revestía a los sujetos de un rol de menores, no sólo en la capacidad de asumir responsabilidad legal, sino también en la capacidad de entender, actuar y ejercer el carácter de sujetos. La adolescencia y juventud se entendieron como etapas de paso y transición, poco relevantes en sí mismas y solamente redituables como inversión social para el futuro de largo plazo. En este contexto, el ejercicio de derechos ciudadanos fue considerado como un ámbito irrelevante. Durante el período de modernización de muchos países latinoamericanos, en las décadas de los sesenta y setenta, los hombres jóvenes se fueron insertando directamente en los empleos abiertos por la industrialización, en instituciones de educación e instancias de capacitación. Las mujeres jóvenes se insertaron particularmente en estas últimas, sosteniendo desde el espacio doméstico la inserción de los varones. Fue hasta las décadas de los ochenta y noventa que ellas accedieron a los empleos y entonces se marcó para ellas una etapa de juventud diferente a la anterior. Se pospuso la edad del matrimonio y la principal demanda del momento fue la educación. La masificación de ésta en los países corresponde a la demanda. El otro componente nuevo era el tiempo libre, que permitió que la juventud respondiera a los programas que los gobiernos populistas orquestaron para esta generación. 2. LAS REPRESENTACIONES DE LA JUVENTUD Y SU CONTEXTO Las posturas más difundidas conciben lo específicamente juvenil como una etapa caracterizada por los desajustes, crisis o conflictos que se deberán resolver al llegar a la adultez. En esta visión, la juventud aparece como un tiempo del desarrollo humano con características casi universales, ajena a las circunstancias sociales, políticas y económicas del entorno. Hay quienes cuestionan que en los medios rurales, o en los urbanos populares, exista realmente este * Doctora en Psicología Clínica mexicana y consultora independiente de CLAVE S.C. Participó en el equipo de consultores del proyecto «Fortalecimiento de la movilización juvenil en México, redes y organizaciones», trabajo del que resultan las reflexiones del presente artículo. 1 P. Bourdieu: «La juventud no es más que una palabra», en Sociología y cultura. Conaculta-Grijalbo, Colección Los Noventa, México, 1990, pp. 163-173. 2 Ser joven en México. Concepto y contexto. Jóvenes e instituciones en México, actores, políticas y programas. SEP-IMJ, México, 2000.
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Lozano Urbieta, M. I. (2003). Nociones de Juventud. Ultima Década, 11(18). https://doi.org/10.4067/s0718-22362003000100002
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