El objetivo de este artículo es generar una discusión en torno a cómo diferenciar universidades de investigación, uni- versidades docentes que hacen investigación y universidades docentes. Se analiza la distinción que hacen las taxono- mías universitarias, los rankings globales de educación superior y la información académica generada por los propios actores del sistema. El estudio demuestra como actualmente las taxonomías y modelos tradicionales no caracterizan los sistemas universitarios, ni siquiera en el país donde nacieron. Los rankings globales de universidades muestran ser una fuente útil de información y una forma de contribuir a la visibilidad y reputación institucional. La información académica, cuando se trata de indicadores cualitativos de la producción científica, encuentra limitaciones de acce- so, especialmente para universidades docentes que hacen investigación. Se documentan ejemplos de falta de rigor metodológico cuando se reutilizan dichos indicadores. La caracterización de la producción científica debe equilibrar los indicadores que describen el tamaño de la producción, con aquellos que caracterizan la performance, impacto y excelencia. El análisis de la información empírica muestra que algunas instituciones, de todos los países analizados y de todos los tamaños, presentan resultados de impacto que están descendidos de la media del mundo, evidenciando que no existe una correlación positiva entre desempeño investigador y tamaño institucional. La dificultad no radica tanto en determinar cuándo estamos frente a una universidad de investigación, sino en definir la frontera entre una universidad docente que hace investigación y la que es esencialmente docente. Como mínimo una universidad do- cente que hace investigación produce 100 artículos por año, contados en ventanas de cinco años, siendo deseable que ese umbral de tamaño esté por encima de los 150 artículos anuales. Una universidad de investigación produce como mínimo entre 1.000 y 2.000 artículos por año y gradúa al menos 20 doctores por año. En ambos casos, las instituciones deben alcanzar unos indicadores de performance, impacto y excelencia, ambos liderados, que demues- tren que la universidad cuenta con un claustro de profesores en condiciones de hacer investigación original de forma autónoma, con un nivel de resultados equivalentes a los de sus colegas en el mundo. Palabras
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Bustos-González, A. (2019). Tránsito de universidad docente a universidad de investigación. ¿Un problema de información académica, de taxonomías o de rankings universitarios? El Profesional de La Información, 28(4). https://doi.org/10.3145/epi.2019.jul.22
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