Gerokomos. 2020;31(2):76-80 3. Mixta, que agrupa los dos tipos de desnutrición anteriormente descri-tos y es el tipo de desnutrición más común. 4. Mixta con predominio de aporte proteico, igual a la anterior, pero en esta se ven más afectados los parámetros bioquímicos proteicos al igual que algunos parámetros antropométricos, como la circunferen-cia muscular del brazo (CMB). 5. Desnutrición mixta con predominio de aporte calórico, en la que, a di-ferencia de la proteica, la parte más afectada es la masa grasa, que se puede observar en el pliegue cutáneo tricipital (PCT). Por otro lado, se consideran factores de riesgo de desnutrición tanto la pérdida del gusto y/u olfato como la anorexia asociada a factores psico-sociales, problemas masticatorios y de deglución, trastornos neurodege-nerativos, enfermedades como el cáncer o cambios en la composición corporal. La desnutrición conlleva una disminución del estado funcional general, un aumento del riesgo de mortalidad, un incremento del núme-ro de caídas y fracturas (disminución de la masa ósea), mayor número de infecciones, disminución de la calidad de vida y un agravamiento de las enfermedades agudas y/o crónicas subyacentes 3,4. Otro factor de riesgo relacionado con la desnutrición es la demen-cia, pues a los factores citados anteriormente se le suma la presencia de apraxia, agnosia, trastornos de la conducta alimentaria o lesiones hipotalámicas que pueden afectar a los centros reguladores del apetito y, como consecuencia, al control del peso corporal. Estudios recientes demuestran que el estado nutricional de los pacientes con demencia ins-titucionalizados es peor que aquellos que presentan la misma edad con un estado cognitivo normal o un deterioro cognitivo leve 5. Además, la desnutrición se hace más evidente cuanto más avanzada es la edad, ya que la disfagia, la inmovilidad o determinadas complica-ciones cambian sus requerimientos nutricionales como es el caso de las úlceras por presión (UPP) y de las infecciones que aparecen reiterada-mente y que se presentan como consecuencia del propio proceso dege-nerativo, comprometiendo aún más el estado nutricional del paciente 6. Se han encontrado distintos trabajos que relacionan diferentes variables con la desnutrición, como pueden ser el deterioro cognitivo 7 , la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) 8 y la dependencia a la hora de comer 9. También se ha encontrado relación positiva y notable entre enfermedades crónicas o agudas y la presencia de desnutri-ción 10. Sin embargo, se cree que la desnutrición normalmente se debe a múltiples factores, como las alteraciones en la homeostasis, ya que el envejecimiento se asocia con una disminución fisiológica de la ingesta de alimentos y reducción de los mecanismos homeostáticos. También se ven implicados los factores fisiológicos, como pueden ser la sarcopenia, la alteración del gusto y del olfato, la alteración de los mecanismos intes-tinales (llenado gástrico lento y retraso en el vaciamiento gástrico), me-canismos neuroendocrinos y anorexia (muy común en la población senil debido, por ejemplo, a una disminución en los requerimientos energéti-cos). En cuanto a las causas no fisiológicas, estas pueden ser extrínsecas e intrínsecas. Con respecto a las intrínsecas, cabe destacar la salud bucal, causas gastrointestinales, neurológicas, psicológicas y endocrinas. Den-tro de las causas no fisiológicas extrínsecas se encuentra el consumo de fármacos y factores sociales tales como pobreza, falta de ayuda social y dificultades a la hora de alimentarse 11. Una de las consecuencias de la desnutrición es el deterioro funcional del residente, al promover el deterioro del músculo esquelético (sarco-penia y osteopenia), causar inmunosupresión y disminuir la capacidad cardiorrespiratoria. El aparato digestivo también se ve deteriorado, pro-duciéndose malabsorción que conllevará una mayor morbimortalidad. En este sentido, una intervención nutricional adecuada puede mejorar la calidad de vida del residente con demencia, prevenir y retrasar la apa-rición de las comorbilidades citadas. El diagnóstico de riesgo de desnu-trición o desnutrición en sí podría contribuir al desarrollo de estrategias de intervención nutricional personalizadas y tempranas, prevenir y tratar la desnutrición y retrasar la aparición de comorbilidades asociadas que comprometan el estado de salud y la calidad de vida del residente 6. Por esta razón, el objetivo del estudio fue, por un lado, describir el estado nutricional de una residencia asistida de 136 plazas y, por otro, la búsqueda de asociación entre desnutrición (o riesgo de ella) y variables como la edad, la existencia de determinadas enfermedades (agudas o no) y el tipo de dieta que siguen. MATERIAL Y MÉTODOS Se trata de un estudio descriptivo, comparativo, relacional y transversal, sobre la población de una residencia asistida. Participaron 113 residen-tes; el resto, 23, eran ingresados temporales, fallecieron o no dieron su consentimiento para participar en el estudio. De la base de datos del centro (ResiPlus) se recogieron variables epi-demiológicas; edad, sexo y existencia de patologías que pudieran tener incidencia en el estado nutricional; ictus, fibrilación auricular, EPOC, insuficiencia renal, cáncer, UPP, fractura de cadera y diabetes. Para estas variables solo se tuvo en cuenta su presencia o no en el momento de la medición, no se tuvo en cuenta la gravedad. Además, se recogió la presencia de deterioro cognitivo. Para determinar su gravedad, se utilizó la escala de Lobo (Mini-Examen Cognoscitivo, MEC) 12 , que consta de 13 preguntas con una puntuación máxima de 35 puntos. De 30 a 35 puntos determina un estado cognitivo normal; de 25 a 29, un ligero déficit cognitivo; de 20 a 24, un deterioro cogni-tivo leve; de 15 a 19, un signo de demencia o de deterioro cognitivo moderado, y de 0 a 14, un deterioro cognitivo grave. Para cribar el estado nutricional de los residentes se utilizó el test de cribado nutricional NRS (Nutritional Risk Screening) 13. En caso de que la puntuación fuera igual o mayor que 3 (riesgo de desnutrición), se procedió a realizar un cuestionario más detallado, el MNA (Mini Nutritional Assessment) 14. Con este test, los residentes en riesgo se distin-guieron en residentes con desnutrición (puntuación MNA menor de 17) y residentes con riesgo de desnutrición (puntuación MNA entre 17 y 23,5). Ambos cuestionarios fueron heteroadministrados. Para valorar el estado de desnutrición y tipo se utilizó el test de valora-ción del estado nutricional de Gasull 15 que clasifica en seis los estados: normonutrido (bien nutrido) y cinco tipos de desnutrición (kwashior-kor, desnutrición mixta, desnutrición mixta con necesidad extra de aporte proteico o calórico y marasmo) en función de los valores obte-nidos en las medidas antropométricas que se describen a continuación: PCT y CMB. Para obtener una visión general de la composición corporal del residente, en las visitas se tomaron las medidas antropométricas; índice de masa corporal (IMC), PCT y CMB. Para llevar a cabo estas medidas, se utili-zaron un plicómetro y una cinta métrica; en lo que respecta al peso corporal , este se midió con diferentes básculas dependiendo de la movilidad de cada paciente. PCT y CMB solo se recogieron en los casos en que la puntuación del NRS fuera mayor o igual a 3. Para el cálculo del IMC se utilizó el índice de Quetelet (basado en el peso y la talla mediante la fórmula de Chumlea o distancia talón-rodilla). Por otro lado, también se recogieron datos sobre la alimentación de los residentes; tipo de dieta que seguían (blanda, basal/diabética, túrmix sin espesante y túrmix con espesante), presencia de tratamiento nutri-cional en la dieta (en forma de suplementos o en forma de módulos o preparados constituidos normalmente por un solo nutriente), disfagia Estado nutricional y factores relacionados con la desnutrición en una residencia de ancianos
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Iglesias, L., Bermejo, J. C., Vivas, Á., León, R., & Villacieros, M. (2020). Estado nutricional y factores relacionados con la desnutrición en una residencia de ancianos. Gerokomos, 31(2), 76–80. https://doi.org/10.4321/s1134-928x2020000200004
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