La tentación es grande y no del todo errónea: Bioy Casares es Boswell; Borges es el doctor Johnson. Escribir y pensar sobre Bioy Casares sería hacerlo ancilarmente, a través de Borges, repitiendo así su propia estrategia; al menos, la que decidió en Borges. Este parcial acierto merece, no obstante, muchas matizaciones. Boswell fue, sobre todo, un retratista; Johnson fue, efectivamente, su objeto. En cambio, Adolfo Bioy Casares (1914-1999) no fue sólo el retratista de Borges, aunque lo retratase en Borges. Cuando el doctor Johnson habla, en la Vida de Boswell, el libro se torna de autoría incierta. En cambio, Borges no es de Borges sino de Bioy aunque hable Borges todo el tiempo. Edmund Wilson escribió, sobre las memorias de Casanova, que el libro mostraba las rítmicas recurrencias que el carácter le inflige al destino. Aquí hay dos caracteres que van modulando dos destinos a partir de las huellas de la escritura. El de Borges, por una vez, está en manos de Bioy, y Bioy se inclina sobre el destino de su personaje como lo hubiese hecho un novelista del siglo XIX. Entomólogo y psicólogo, consultor sentimental e hijo díscolo, autor y rentista, Bioy escribió sus diarios de Borges, pero únicamente los publicó cuando ya había conjurado el peligro de ser sólo Boswell.
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Catelli, N. (2017). Adolfo Bioy Casares. Políticas de La Memoria, (17), 96–100. https://doi.org/10.47195/17.50
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