E N 1978 Ernesto Laclau publicó Política e ideología en la teoría marxista. Allí dedica dos artículos al tema del populismo inaugurando, así, una perspectiva singular en la reflexión sobre el tema (Cf. De Ípola, 1982). Más de veinticinco años después, la publicación en español de La razón populista (2005) nos indica que los problemas del populismo ligado a las lógicas de las identidades colectivas, la hegemonía y las representaciones siguen ocupando un lugar central en las pre-ocupaciones intelectuales del autor. En este trabajo Laclau avanza en la propuesta de una teoría del populismo. No obstante, su preocupación no es hallar una mera precisión terminológica a partir de elucidar la polisemia o los equívocos del con-cepto. Antes bien, presenta un análisis de la lógica de lo político y las identidades sociales a partir de indagar la racionalidad propia del populismo. La obra consta de ocho capítulos (más una sección de comentarios finales) agrupados en tres partes. En la primera de éstas se plantea aquello que podríamos denominar la tragedia en los estudios sobre el populismo. Esto es: su recurrente referencia final a lo inasible del concepto y la imposibilidad de una definición precisa y unívoca. Con la " vaguedad " del populismo como acuerdo generalizado y transitorio, Laclau pasa revista a algunas teorizaciones sobre el tema. El repaso propuesto no busca un recorrido exhaustivo de la bibliografía existente, sino avanzar en la construcción de su propia teoría. La presentación de las producciones " clá-sicas " sobre populismo visitadas por el autor (la de Margaret Casanovan y las compiladas por Ionescu y Gellner) busca, específicamente, demostrar que el populismo desnuda las limitaciones de los supuestos ontológicos que la teoría política contemporánea ha utilizado para dar cuenta de algunos de los fenómenos que despiertan el interés en la academia actual. Laclau muestra, en el primer capí- tulo, que los intentos de realizar tipologías (Casanovan) han fracasado. Así, tam-poco han aportado mucho los esfuerzos por distinguir lo que es propio de un movimiento populista, de una ideología y su retórica (Minogue) o buscar un conjunto de características que permitan definir a un fenómeno como populista (Wiles). El análisis de un artículo de Peter Wosley le permite al autor convertir el cierre de la primera parte en un adelanto de su propia teoría del populismo. Esto porque Laclau comparte el abandono de la pretensión de ligarlo con un conteni-do universal, y a la vez el abrir un espacio para evadir la condena ética (frecuente en otros estudios) en tanto que el populismo puede significar la efectiva participa-ción de sectores subalternos u oprimidos. En general el motivo del fracaso de los estudios sobre populismo, sostiene Laclau, radica en la forma misma en que han encarado el tema. Definiéndolo como " vago " , " impreciso " y " elusivo " se concluye en replantear el interrogante y se elabora la pregunta por las condiciones de posibilidad y contextos sociales en que éste emerge. En definitiva, a lo que se arriba es al abandono de la pregunta inicial (¿qué es el populismo?) por entenderlo un epifenómeno de otros procesos sociales e institucionales a los cuales habría que darle primacía epistemológica. Frente a esto, Laclau propone un movimiento argumentativo que será básico para su concepción: asumir la vaguedad, amplitud e indefinición en sentido literal y preguntarse –en tono lefortiano– si esta imprecisión del concepto no se corres-ponde con la misma indeterminación de la realidad social. De esta manera queda abierta la puerta para adelantar, a modo de pregunta, la primera tesis " ¿no sería el populismo más que un tosca operación política e ideológica, un acto preformativo dotado de una racionalidad propia, es decir, que el hecho de ser vago en determi-nadas situaciones es la condición para construir significados relevantes? " (32). El populismo, entonces, es –lo adelantamos– una lógica de intervención política que condensa significados para reducir complejidades en la esfera pública y se inserta en el proceso de formación de identidades colectivas. Luego de la revisión del pensamiento de autores como Le Bon, Taine y Freud, quienes avanzaron sobre algunos ejes en el estudio del comportamiento colectivo y la formación de identidades, Laclau se posiciona para desarrollar el núcleo argumental de su teoría. Para ello retoma dos acusaciones vertidas sobre el populismo: a) que es vago e indeterminado, y b) que es mera retórica. Pues bien, Laclau invierte lo que pretende ser un descalificativo para afirmar que la vague-dad e indeterminación, lejos de ser un déficit del populismo, obedece a las condi-ciones mismas de la realidad social. Con esto el populismo respetaría rasgos pro-pios de una ontología política y por consiguiente un espacio adecuado para la comprensión de lo político. Por su parte, frente a la crítica de " mera retórica " , el autor argumenta que es imposible una estructura conceptual sin apelar a la retó-rica, con lo cual más que un defecto, la retórica se transforma en condición de posibilidad de lo político. Por consiguiente, si la retórica es constitutiva de lo polí-tico y el populismo incluye la retórica, el populismo podría dar cuenta de lógicas específicas de lo político. Para el autor, en primera instancia, el populismo es una forma de constituir una identidad social. Concediendo que puede existir una multiplicidad de
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Retamozo, M. (2006). La razón populista, de Ernesto Laclau. Perfiles Latinoamericanos, 13(27), 253–258. https://doi.org/10.18504/pl1327-253-2006
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