La presión laboral es entendida como un potencial factor generador de estrés. La productividad de las personas puede verse afectada dependiendo de la valoración que ellas hagan sobre si una determinada tarea es apremiante o no. Esta valoración está mediada tanto por la autoconfianza del individuo como por el reconocimiento serio y consciente de sus habilidades. El trabajo autotélico, bastión de la teoría del flujo de Mihaly Csikszentmihalyi, implica la ausencia del estrés y el deleite por trabajar, producir y crear. Ese estado ideal (negentropía psíquica) fácilmente se ve contrariado cuando en el entorno aparecen factores estresores como la sobrecarga laboral, los plazos cortos para entregar tareas y la amenaza latente de ser despedido del trabajo. Fenómenos psicosociales como la heteronimia instrumental y el descontrol situacional aportan en la configuración del estrés, pudiendo este último derivar en estados psicológicos como la frustración o la ansiedad. Tal y como lo evidenció una investigación realizada por el Programa de Publicidad de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, la presión no siempre aporta positivamente en las labores de tipo creativo y muchas veces puede incrementar la experimentación de ansiedad, especialmente cuando los desafíos revisten mayor complejidad. No obstante, en tanto exista autoconfianza y las aptitudes sean acordes al reto laboral, el individuo podrá mejorar su desempeño, permitiendo configurar el estado de flujo propio del autotelismo. Los resultados fueron obtenidos mediante la aplicación de encuestas, diarios de experiencias, sesiones de grupo y entrevistas a profundidad.
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Rodríguez Martínez, G. A. (2014). La presión como factor estresor en el entorno laboral publicitario. Poliantea, 9(17), 67–86. https://doi.org/10.15765/plnt.v9i17.464
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