El siguiente artículo habla sobre la existencia de un otro cine documental colombiano que trabaja desde la estética del disenso (Rancière, 2005) y propone al arte como espacio político, entiéndase el concepto de político como la intersección entre el poder y la resistencia donde se genera el debate. Son películas que buscan crear una desarticulación en el orden consensual de la narración histórica que predomina en Colombia y se caracterizan porque se desarrollan en la marginalidad y plantean la creación desde la compresión de los acuerdos consensuados para tener argumentos de discusión.Colombia desde mediados del siglo pasado está sumida en la violencia procedente de diferentes frentes, los medios de comunicación se han encargado de difundir y respaldar públicamente los acuerdos de poder. En ese entorno esta investigación busca responder ¿Cómo se logra dislocar el consenso público y construir una memoria disidente que sobreviva a la saturación de discursos que circula en torno a la violencia en Colombia? Se analizará el trabajo del director colombiano Oscar Campo como representativo de esta propuesta. Su obra compone una gama de narrativas que, aunque son diferentes entre si, mantienen cierta cohesión y progresión en un relato que logra crear criterios estético-políticos no convencionales de la violencia colombiana de los últimos 70 años.
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Kuéllar, D. (2018). El cine de Óscar Campo: memoria de la violencia en Colombia desde la estética del disenso. Catedral Tomada. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, 5(9), 1–21. https://doi.org/10.5195/ct/2017.233
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