El curriculum suele ser definido como la expresión de un proyecto pedagógico y didáctico que orienta a docentes e instituciones para dar forma a las prácticas de enseñanza, convirtiendo ciertos intereses públicos en intereses singulares y situados. Se espera, en ese sentido, que el diseño curricular sea desarrollado en las aulas para decidir qué, cómo y para qué enseñar. Pero a la vez, el curriculum es una suerte de declaración de principios, la expresión de una filosofía y una ideología educativas. Y lo que se espera del curriculum (entendido como manifiesto de ideas, enfoques y miradas sobre la enseñanza de la primera infancia, sobre el conocimiento y sobre la sociedad misma) es que sirva a docentes e instituciones como espacio de inspiración, de reflexión sobre los sentidos de la enseñanza, como fuente de vocabulario, como política de discurso y como ámbito de construcción de pertenencia colectiva a la educación, como proyecto social. En este ensayo nos adentramos en la cuestión del curriculum desde esta segunda perspectiva, y señalamos (apoyándonos en algunos ejemplos específicos de diseños curriculares argentinos) ciertas tensiones en relación a tres ejes: 1. el curriculum como la voz del Estado y de “lo público” en el marco de un fuerte avance de idearios mercantilizantes y gerencialistas para la educación inicial; 2. las formas que adquiere el saber en las formulaciones curriculares, y sus implicancias políticas y pedagógicas y 3. la idea del curriculum como expresión de un sujeto y una sociedad, con las paradojas y contradicciones que habitan esta idea.
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Brailovsky, D., Labarta, L., & Descalzo, M. (2022). Educación inicial. Debates Em Educação, 14, 217–233. https://doi.org/10.28998/2175-6600.2022v14nespp217-233
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