L a Atención Primaria (AP) no es el portero de discoteca que gestiona la entrada al hospital, ni es un edificio más pequeño y menos tecnológico, ni quienes saben un poco de todo y mucho de nada. Por desgracia tampoco es (quizás nunca ha sido) el eje del sistema. La AP no es un lugar, sino una forma de prestar cuidados a la po-blación basada en unos atributos concretos: • La longitudinalidad, o la capacidad de que un/a profesional y equipo de profesionales acompañen a las personas a lo largo de los distintos procesos de salud de su vida. Esto aporta un conocimiento mutuo que posibilita una atención centrada en la persona, y no en la enfermedad. Por este motivo, a menudo en AP se trabaja con un alto grado de incertidumbre, sin etiquetas diagnósticas o con atribuciones provisionales, que pueden confundirse con infradiagnóstico (1). • La accesibilidad, o la capacidad de la población de poder encontrar asis-tencia adecuada a sus necesidades en tiempo, forma y coste, que no es lo mismo que la inmediatez.
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Benedicto Subirá, C. (2021). Psicología en Atención Primaria: lo focal, lo generalista y lo posible. Revista de La Asociación Española de Neuropsiquiatría, 41(140), 9–16. https://doi.org/10.4321/s0211-57352021000200001
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