En las últimas décadas las maneras tradicionales de hacer ciencia han sido objeto de cuestionamiento. Por un lado, la crisis de la modernidad ha puesto en duda el lugar de la razón y por el otro, la globalización ha generado cambios económicos, sociales y culturales en la sociedad actual, que han puesto en duda los paradigmas de las ciencias sociales. Dentro de este marco, la Ciencia Política no ha estado libre de cuestionamiento por la preeminencia del positivismo y su acento empirista, en donde la intervención social ha ocupado un lugar peyorativo. La preocupación de la disciplina por cumplir con los requisitos de cientificidad ha imposibilitado otorgar un papel a la intervención social. Sin embargo, estos obstáculos tienen origen en las dificultades que tiene la disciplina en resolver cuestiones básicas tales como: el para qué del conocimiento que se construye. De esta manera, se puede afirmar que la disciplina no ha querido darle un lugar a la intervención y que esta incapacitada en hacerlo hasta que resuelva las serias dificultades que tiene. Hoy las ciencias sociales se hayan confrontadas por un contexto complejo y diverso que demanda la resolución y transformaciones de las problemáticas sociales. En esta perspectiva, la Ciencia Política tiene y debe repensarse como disciplina y examinar el lugar que puede acoger frente a las demandas y necesidades actuales.
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Piedrahita-Guzmán, Y. V. (2019). La Ciencia Política y la intervención social: una relación inacabada. Prospectiva, 309–339. https://doi.org/10.25100/prts.v0i27.7283
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