A la mayoría de las personas a las que se les menciona una prueba de aliento inmediatamente les viene a la mente la visión de un policía de tránsito en medio de un retén, comprobando con un instrumento si el conductor de un vehículo ha consumido bebidas alcohólicas. El conductor sospechoso debe soplar en un pequeño dispositivo manual que, al cabo de unos segundos, indica la cantidad de etanol que está circulando en su sangre. Esta visión es real pero sólo es una de las múltiples aplicaciones de las pruebas de aliento. El aliento, como objeto de análisis, similar a la sangre o la orina, no es nuevo: desde los tiempos de Hipócrates, los médicos han sabido que el aroma de la respiración humana puede proporcionar pistas para el diagnóstico de múltiples enfermedades. El buen clínico conoce el olor dulce y afrutado de la acetona en el aliento de pacientes con diabetes mellitus no controlada, el olor a humedad y a pescado en pacientes con enfermedad hepática avanzada, el olor a orina fermentada característico de las enfermedades renales terminales y, el hedor pútrido de un absceso pulmonar. La diferencia de aquellos médicos y los de hoy es el instrumento que tienen para leer el aliento: el olfato, finamente entrenado, en los primeros y los instrumentos, de alta tecnología y excelente desempeño analítico, en los segundos. En relación con la incorporación de las pruebas basadas en muestras de aliento al laboratorio clínico convencional es un paso que se da adelante, que más temprano que tarde harán parte de la rutina de estos, como ya está aconteciendo en los laboratorios clínicos innovadores. Así como la hematología, por ejemplo, desde el hemograma, se fundamenta en el análisis de los componentes celulares de la sangre, los eritrocitos, los leucocitos y las plaquetas, en estado de normalidad o de enfermedad, a partir de muestras de sangre venosa, y la química sanguínea se fundamenta en la determinación de los componentes químicos presentes, en estado de normalidad o de enfermedad, en el suero sanguíneo u otros fluidos orgánicos, como el líquido cefalorraquídeo o la saliva, las pruebas de aliento se fundamentan en la identificación de componentes químicos presentes, en estado de normalidad o de enfermedad, en muestras de aire (aliento) procedente de los alveolos pulmonares. (AU)
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Campuzano-Maya, G. (2015). Las pruebas de aliento con isótopos marcados con carbono 13: una nueva herramienta de diagnóstico, costo-eficiente y con seguridad para el paciente. Medicina y Laboratorio, 21(9–10), 409–412. https://doi.org/10.36384/01232576.137
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