INTRODUCCIÓN En las últimas décadas se ha difundido una corrien-te ideológica que critica las formas burocráticas de gestión pública por considerar que son despilfarra-doras, ineficientes, rígidas e incapaces de adaptarse al entorno. Los defensores de esta corriente de pen-samiento sostienen que las instituciones privadas son más eficientes y propugnan un conjunto de reformas que incluyen la privatización de los servi-cios públicos, la incorporación de técnicas de la em-presa privada para su gestión y el fomento de la competencia entre proveedores sanitarios. Pero los servicios sanitarios son organizaciones complejas en las que no son de aplicación las normas que fun-cionan para los mercados privados. La actividad sanitaria no puede ser considerada una mercancía. La sanidad forma parte del estado de bienestar y es uno de los servicios más importantes que pro-porciona el Estado a los ciudadanos, constituyendo la mayor partida de gasto en los presupuestos de las comunidades autónomas. El sistema sanitario español está considerado uno de los más eficaces del mundo y su coste es inferior al de la media de los países de nuestro entorno, aunque el aumento del gasto sanitario ha venido siendo mayor que el incremento del producto interior bruto (PIB), sobre todo desde las transferencias sanitarias. En diez años, entre 1999 y 2009, el gasto sanitario por per-sona creció un 49%, cuatro veces más deprisa que el PIB 1. La llegada de la crisis económica indujo una impor-tante caída de los ingresos fiscales y como conse-cuencia surgió la necesidad de cuadrar las cuentas públicas para cumplir con los compromisos euro-peos, lo que ha desencadenado una oleada de ajustes en las políticas de gasto público. Esta situa-ción ha venido a dar nuevo impulso a los defenso-res de la privatización, que ponen en duda la soste-nibilidad del sistema sanitario al señalar que el aumento continuo del gasto es incompatible con la disminución de los ingresos públicos. Sin embargo, no existen pruebas que permitan afirmar que la gestión privada o la competencia entre proveedores sean superiores a la hora de prestar atención sanitaria. En las dos últimas déca-das se han aplicado en España diversas fórmulas de gestión, tanto en el campo de la gestión directa o pública como en el de la gestión indirecta o pri-vada, por lo que deberíamos haber acumulado in-formación relevante sobre las fortalezas y debilida-des de cada una de esas fórmulas. Pero la realidad es que no hay una sola evaluación independiente que permita analizar sus resultados y, por tanto, no conocemos el grado en que las diversas estrategias han alcanzado los objetivos que motivaron su puesta en práctica. Esto significa que, en España, no podemos decir que las fórmulas de gestión pri
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García Aguado, J. (2013). La crisis de la sanidad: gestión pública versus gestión privada. Pediatría Atención Primaria, 15, 43–47. https://doi.org/10.4321/s1139-76322013000300005
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