Con la progresión de los cuidados intensivos neo-natales a partir de la década de 1970, iniciados con la aplicación del CPAP, la atención fue dirigiéndose al reto de conseguir la supervivencia en recién na-cidos cada vez más pequeños, y se han conseguido resultados sorprendentes en edades gestaciona-les muy cortas. Y poco a poco, aquellos que fueron los primeros en sobrevivir fueron los que ahora se denominan prematuros tardíos, aquellos con edad gestacional entre las 34 y 36 semanas, mal llama-dos anteriormente "casi a término", olvidados por la creencia que no presentarían problemas ni a corto ni a largo plazo llegando incluso a banalizar la fina-lización de la gestación por causas poco claras o sin base de evidencia. Y nada menos cierto. Además del incremento de la morbilidad neonatal comparados con los nacidos a término, el neurodesarrollo de los prematuros tardíos puede mostrar importantes dé-ficits que alcancen hasta la edad adulta. 1-5 En el desarrollo neurológico del prematuro tardío (PT) influyen diversos factores que, en ocasiones, pueden incluso asociarse. La genética, así como la epigenética (fenómenos ambientales, tóxicos o nu-tricionales maternos, nutrigenoma) afectan al feto in útero. Por otro lado, la causa de la prematuridad o la prematuridad en si misma asociada a la inmadu-rez que la caracteriza y que está directamente rela-cionada con la edad gestacional, el crecimiento in-trauterino restringido, la vía de parto, la morbilidad neonatal, son factores que se han asociado a déficits en el neurodesarrollo, así como en edades posterio-res, la edad materna, el nivel de formación de la ma-dre y la ausencia de lactancia materna. 2,4 Es evidente que nacer antes de término comporta unos riesgos al considerar que la maduración del SNC deberá realizarse fuera del útero materno, lo que condicionará su desarrollo. El cerebro del PT es 20-30% más pequeño que el del RN a término y con menor mielinización, como puede verse en las imá-genes de RM craneal al llegar a la edad de término. También se aprecian amplias alteraciones microes-tructurales en la substancia blanca. 6,7 Todo ello hace pensar en que estas alteraciones podrían afectar al neurodesarrollo a largo plazo, así como a las capaci-dades de aprendizaje. En 2009, Petrini y cols. 8 pusieron de manifiesto que la incidencia de parálisis cerebral y déficits en el desarrollo neurológico eran superiores en el PT comparada con los nacidos a término. Después, han sido numerosas las publicaciones que atribuyen a esta población un riesgo mayor de alteraciones en el neurodesarrollo. La morbilidad asociada a la pre-maturidad tardía puede persistir en la infancia y la edad adulta. Aunque su incidencia es relativamente baja, es superior a la que manifiestan los nacidos a término y afecta a una población muy numerosa, superior en números absolutos a la de los prematuros extremos. La tasa de parálisis cerebral (PC) en PT en Noruega y EEUU hace que el número absoluto de niños con PC sea similar a la de los prematuros extremos. 4,9 Se ha descrito una hiperconectividad anormal en el área prefrontal y en el córtex de la parte anterior del cingulado, característica de niños con autismo y con trastornos obsesivo-compulsivos, en PT a la edad de 10 años. 10 El riesgo de autismo a los 2 años en los PT es del 2,4% vs al 0,5% en los a término. 11 A los 2 años, los PT experimentan mayor incidencia de alteraciones cognitivas que los nacidos a térmi-no (6,6% vs 2,4%) y en el neurodesarrollo (7,3% vs 2,5% respectivamente). 12 Y la incidencia de retraso Desarrollo neurológico del prematuro tardío.
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Siglo Cero, S. de R. (2022). Mesas redondas. Siglo Cero Revista Española Sobre Discapacidad Intelectual, 23–42. https://doi.org/10.14201/scero.28620
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