En una crisis sanitaria son múltiples los agentes que confluyen para delimitar el curso de los acontecimientos: profesionales de la salud, gestores, políticos, economistas, periodistas, etcétera, y, por supuesto, cada uno de los ciudadanos. El pensamiento crítico (que nosotros preferimos llamar “cognición educada”) es una metodología que puede aplicarse a las decisiones tomadas en incertidumbre con el objetivo de mejorar su calidad. En el presente trabajo analizamos hasta qué punto los representantes institucionales (y otros profesionales implicados en la presente crisis) siguieron normas básicas del pensamiento crítico. Y, asimismo, identificamos fenómenos de tipo grupal y personal (entre otros: pensamiento mágico, gregarismo, pensamiento único, negacionismo, conocimiento privilegiado, efecto circular de persuasión, furor salubrista, sesgo de representatividad, previsión de costes, etcétera.) en el origen de decisiones de baja calidad. Por otro lado, describimos cómo estos fenómenos pueden compensarse, a nivel grupal (neutralidad epistémica, selección de expertos, transparencia de las conversaciones de alto nivel, etcétera) como personal (entrenamiento perceptivo, modelos explicativos, distinguir conocimiento privilegiado de evidencia, calibrar la intensidad de una creencia, etcétera). El pensamiento crítico puede y debe enseñarse como piedra de toque de cualquier formación reglada, para asegurar decisiones futuras de calidad en cualquiera de los niveles que podamos considerar.
CITATION STYLE
Borrell carrió, F. (2020). COVID-19, UNA OPORTUNIDAD PARA REFLEXIONAR SOBRE LA TOMA DE DECISIONES EN INCERTIDUMBRE. Folia Humanística, 2(3), 1–46. https://doi.org/10.30860/0068
Mendeley helps you to discover research relevant for your work.