El término "tecnociencia" para designar el com-plejo de la ciencia y la tecnología contemporá-neas tiene una carga conceptual especial (Riera, 1994). No sólo indica que con el paso de la ciencia académica a la ciencia gubernamental e industrial, sobre todo en el siglo XX, ciencia y tecnología han llegado a ser prácticamente inseparables en la realidad. También señala una Nueva Imagen de la ciencia y la tecnología que los actuales Estudios de Ciencia y Tecnología han ido elaborando frente a las concepciones tradicionales (Medina, 1994). Una de las ideas características es que la ciencia no se puede reducir a los científicos ni la tecnología a los tecnó-logos, sino que ambas forman parten de un complejo entramado junto con otros dominios sociales, económicos, políticos y culturales. Es lo que se conoce como Ciencia, Tecnología y Sociedad. Las complejas interacciones conocidas como Ciencia, Tecnología y Sociedad forman una unidad de hecho inseparable y un complejo entramado que sólo pueden abordarse en el marco de estudios interdisciplinares. Por razón de su misma complejidad, se puede destacar, analíticamente, algún sub-conjunto de dichas interacciones en particular como centro de gravedad para un tipo de estudios determinado. Así la sociología de la ciencia se centra especialmente en el entramado de ciencia y sociedad. De manera análoga, el presente trabajo quiere contribuir a una nueva modalidad dentro de los estudios de ciencia y tecnología centrada especialmente en el entramado de ciencia y tecnología, que podemos llamar tecnografía de la ciencia. Se podría pensar que el actual entramado de ciencia y tecnología, que constituye el núcleo de lo que se llama tecnociencia, es exclusivo de nuestra época, pero lo cierto es que ha existido con diferentes formas a lo largo de toda la tradición científica. Su configuración actual es el resultado de una evolución que hay que reconstruir históricamente si se quiere comprender y evaluar efectivamente la tecnociencia característica de nuestra tiempo. CIENCIA Y TÉCNICAS ANTIGUAS El modo originario del conocimiento es el saber operativo, es decir, el saber cómo proceder. Enten-diendo como procedimientos o esquemas operativos, podemos decir que la forma fundamental del conocimiento es el dominio de técnicas. Ya en el Paleolítico, el hombre inventa y perfecciona una técnica que puede ejercer con sus propios órganos y le permite despegar del ámbito técnico puramente animal: el lenguaje. El lenguaje es decisivo para la transmisión humana de los conocimientos operativos, pues posibilita la representación simbólica del saber y la sistematización de operaciones. Pero, quizás, el logro más importante del hombre prehistórico sea la emergencia de la propia técnica. Es decir, una técnica característicamente humana, consistente en el diseño y el uso consciente de técnicas dirigidas a realizar determinadas tareas. La técnica de elaborar técnicas, que constituye la base de la cultura humana. Una nueva forma de representación simbólica se hace posible con la invención de la escritura en el seno de las grandes culturas orientales antiguas. La escritura encabeza una revolución en el dominio de las técnicas simbólicas, en la que juegan un importante papel las culturas de la antigua Mesopotamia. En la Edad de Bronce las técnicas materiales, es decir, las técnicas duras relacionadas con la fabricación y modelación de objetos, el empleo de artefactos materiales y la obtención y transforma-15
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Medina, M. (1995). Tecnografía de la ciencia. Historia Crítica, (10), 15–28. https://doi.org/10.7440/histcrit10.1995.01
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