El Trastorno de Juego ha sido reconocido desde hace relativamente poco tiempo. Si bien, siempre se había clasificado como un trastorno del control de los impulsos, recientemente las evidencias empíricas existentes, que demostraban la similitud con los trastornos por uso de sustancias, han favorecido que la comunidad científica acepte su categorización como adicción comportamental. Al mismo tiempo, la impulsividad y los déficits de regulación emocional, características difícilmente modificables con las terapias al uso, siguen considerándose aspectos nucleares en el desarrollo y mantenimiento del trastorno. Es por ello que las nuevas tecnologías pueden ofrecernos alternativas novedosas y eficaces para abordar estos factores asociados al Trastorno de Juego.
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Jiménez Murcia, S. (2015). Nuevas tecnologías como estrategia terapéutica complementaria para el Trastorno de Juego. Aloma: Revista de Psicologia, Ciències de l’Educació i de l’Esport, 33(2), 59–66. https://doi.org/10.51698/aloma.2015.33.2.59-66
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