Las posibilidades de que la intervención en un centro educativo dirigida a estudiantes en duelo finalice mal son muy elevadas si no existe un programa, plan o protocolo de trabajo adecuado para atender tal situación. Lo mejor es estar preparado psicológica y pedagógicamente teniendo previsto un programa exhaustivo de intervención educativa en los procesos de duelo. Septiembre 2015 | nº 363 | PADRES Y MAESTROS | 47 Orientación Educativa La intervención psicológica realizada en una consulta privada con menores en duelo toma a la familia como el entorno de referencia fundamental para la evaluación e intervención. A diferencia de los adultos, los niños carecen fuera de la escuela de redes sociales de apoyo más allá de la propia familia. Ésta suele estar informada de todos los detalles que han acompa-ñado el proceso previo a la defunción. Sin embargo, cuando estas actuaciones se efectúan dentro del contexto educativo poseen características que la definen con rasgos propios y que la diferencian de la anterior. La familia sigue siendo funda-mental pero las actuaciones en el aula se vuelven claves también. Se añade además la peculiaridad de que es bastante común que el profesorado y/o los integrantes del Departamento de Orientación suelen ser totalmente ajenos a las circunstancias o antecedentes del fallecimiento. Lo más frecuente es no tener noticias en el cen-tro educativo de la situación sufrida hasta que sucede el deceso. No obstante, ambos entornos terapéu-ticos tienen en común frecuentemente la necesidad de trabajar bajo condiciones no favorables. Duelo y niños o muerte y meno-res son palabras aparentemente antagóni-cas, duras, lacerantes, que en numerosas ocasiones cuestionan las creencias y valo-res de los adultos a los que toca. Docentes y familiares, cuando no tienen respuestas adecuadas ante el sufrimiento sin sentido de un menor, optan por el silencio o por no afrontar la realidad del duelo y la muerte. La finitud ajena nos recuerda siempre la propia, y no todos están dispuestos a sostener esta mirada al vacío. Alegan en su proceder erróneo moverse siempre por el interés del menor. Realmente esta forma de actuación es un indicador de las carencias del adulto, cuyas negativas consecuencias termina pagando el menor implicado. Es común, por lo tanto, encontrarse en el aula con la necesidad de intervenir con alumnos a los que no se les dijo que uno de sus progenitores había fallecido hasta varios meses después del fallecimiento, o se les notificó momentos antes de reincor-porarse a la clase, o se les mintió acerca de las causas del fallecimiento y descu-bren la verdadera historia por boca de sus compañeros de aula. Todas estas opcio-nes expuestas no son meras hipótesis o posibilidades teóricas, son experiencias reales de trabajo que sin lugar a dudas alargan y dificultan en extremo la inter-vención psicológica y pedagógica que se realiza en el entorno educativo. Por este motivo, cuando hace aproxi-madamente un mes llegó el familiar de un alumno con el que había estado tra-bajando la prevención del duelo patoló-gico de manera intermitente a lo largo de los dos últimos cursos académicos, pensé que por una vez, en un proceso de duelo con menores, la intervención se había hecho bien desde el principio hasta el final. El tío del menor solicitó que su sobrino saliera de clase lo antes posible para que tuviera tiempo de despedirse de su madre, pues la acababan de hospitali-zar muy grave y esperaban el desenlace final del largo proceso de enfermedad que sufría, de un momento a otro. El padre había tenido el interés y la in-teligencia emocional suficiente como para Cuándo recomendar recurrir a un profesional externo a educación
CITATION STYLE
Ramos Álvarez, R. (2015). El proceso de duelo en la escuela. Prevención, evaluación e intervención. Padres y Maestros. Publicación de La Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, 0(363), 46. https://doi.org/10.14422/pym.i363.y2015.008
Mendeley helps you to discover research relevant for your work.