RESUMEN: La neuroanatomía y la neurofisiología han permitido en gran parte entender de forma más integrada las estructuras que conforman el sistema nervioso y los mecanismos asociados con la transmisión de los potenciales de acción, relacionados con la vía corticoespinal en la ejecución de movimientos voluntarios. Se realizó una revisión histórica sobre la vía corticoespinal, desde el punto de vista neuroanatómico y neurofisiológico mediante una revisión de literatura en distintas bases de datos y libros de texto dedicados a estas vías nerviosas. La información obtenida se ordenó cronológicamente, seleccionando los datos más relevantes que desde el punto de vista neuroanatómico y neurofisiológico han permitido comprender su mecanismo funcional. Actualmente se tiene un conocimiento muy depurado de los distintos elementos que componen la vía corticoespinal, lo que permitirá su aplicación en el campo de la salud y resolver múltiples problemas de la función motora. INTRODUCCIÓN Varias disciplinas contribuyen al conocimiento integral del sistema nervioso y, por tanto, al conocimiento de los seres vivos, que desde épocas remotas han aportado con sus hallazgos a dicho entendimiento, asociado invariablemente con la alteración neurológica (Duque-Parra, 2002). Uno de estos grandes aportes ha sido el conocimiento detallado de la vía motora, a través de la cual se transmite la información nervio-sa para la ejecución y control de las acciones voluntarias mus-culares (Zinger et al., 2013). En los mamíferos, incluido el ser humano, dicha vía involucra los circuitos nerviosos nece-sarios para que los potenciales de acción, sean transmitidos desde la corteza cerebral hasta la médula espinal y, finalmen-te, desde ésta hacia los músculos esqueléticos (Bravo-Ambrosio et al., 2012) a través de los axones de las motoneuronas alfa. Historia. Fue Hipócrates (460-380 a.n.e) el primero en refe-rirse a la naturaleza decusada de la vía motora, aun sin tener un conocimiento claro de ella, hecho que se evidencia en su siguiente escrito: "Si la herida era situada en el lado izquierdo (de la cabeza) los ataques de convulsiones se daban en la mi-tad derecha del cuerpo humano" (Finger, 1994). Hipócrates notó que las lesiones de un lado de la cabeza a menudo produ-cían parálisis del lado contralateral del cuerpo. Posteriormen-te, Areteo de Capadocia (120-200 a.n.e), refiriéndose a lo manifestado por Hipócrates, dijo que esta característica debía obedecer a un cruce en alguna parte de la vía. Casi dos mil años después, Thomas Willis (1621-1675), en su libro Cerebri anatome, describió en 1664 las pirámides de la médula oblon-ga (Al Masri, 2011; Arráez-Aybar et al., 2015). Pero aún más que esta descripción, fue el hallazgo que hicieron Francois Pourfour du Petit (1664-1741) y Doménico Mistichelli (1675-1715) (Finger), quienes lograron identificar, en la parte inferior de la médula oblonga, el sitio donde ocurre la decusación de los tractos motores de la vía corticoespinal, vinculada con la motricidad voluntaria (Davidoff, 1990; Bennett & Hacker, 2008), tanto en humanos como en otros primates. Mistichelli propuso, además, que el cruce nervioso que se da en las pirá-mides (Fig. 1) permitía explicar la causa de la hemiplejia, se-guida de daño del lado opuesto de la cabeza; sin embargo, erróneamente creía que los nervios se originaban de la duramadre. Por otro lado, Pourfour realizó sus observaciones en soldados que presentaban parálisis, pero también experi-mentó con perros (Finger), a los que les provocó lesiones con-troladas con el fin de determinar qué región neuroanatómica se correlaciona con la función orgánica (Duque Parra et al.,
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Duque-Parra, J. E., Mendoza-Zuluaga, J., & Barco-Ríos, J. (2020). El Tracto Cortico Espinal: Perspectiva Histórica. International Journal of Morphology, 38(6), 1614–1617. https://doi.org/10.4067/s0717-95022020000601614
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