Las personas son los únicos seres vivos que pueden adscribir, conscientemente, un valor a la naturaleza y a las cosas que hacen, puesto que de ellas depende su vida. Como consecuencia de su desarrollo cultural, y sobre todo de su estructura económica, nuestra sociedad ha privilegiado la propiedad territorial, y las personas valoran más las cosas que sus propias acciones. Esta situación implica una menor valoración de la vida en sí, tal como se la debería apreciar a través de la medida del tiempo. Es evidente que los niveles de valoración del tiempo varían de una estructura económica a otra. En las sociedades subdesarrolladas como la nuestra, está claro que la poca valoración del tiempo se expresa en la impuntualidad y en la pérdida casi irracional del tiempo en vez del estudio y el trabajo. Una explicación histórica de esta limitación de nuestro desarrollo personal, que desmitifique la impuntualidad como cuestión graciosa o idiosincrásica de nuestro pueblo, debería hacernos recapacitar acerca del valor del tiempo que es, en realidad, la valoración de nuestra propia vida y lo que significamos en términos de valor para los demás.
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ORTIZ, P. (2013). El valor moral del tiempo. Anales de La Facultad de Medicina, 65(4), 260. https://doi.org/10.15381/anales.v65i4.1384
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