SUMARIO I. El Espíritu como soplo divino que im-pulsa a los valores. II. El Espíritu como justificador e impulsor de los valores. III. El impulso espiritual de los valores. IV. El Espíritu no entra en crisis. I. EL ESPÍRITU COMO SOPLO DIVINO QUE IMPULSA A LOS VALORES En principio, el Espíritu es inmaterial, incorpóreo en contraposición con lo material. El Espíritu es intemporal. Aún no siendo histórico ha influido y se ha impuesto en momentos importantes de la convivencia humana. Escapa a la voluntad humana pero en cuanto soplo divino ha influido e influye en el de-sarrollo histórico. Una consideración certera de su significado y función requiere el cono-cimiento y estudio de la Teología cristiana. En estas páginas me limitaré a exponer algunas ideas sobre la noción de Espíritu y sobre su proyección sobre los valores que presiden la convivencia. Naturalmente, para ello será preciso tener en cuenta algunas aportaciones re-levantes efectuadas desde los campos de la Filosofía y de las Ciencias So-ciales. En primer lugar, hay que recordar a Hegel. Para ello me serviré de las pa-labras de Reale y Antiseri 1 quienes nos dicen que «la postura de Hegel es cla-UNED. Teoría y Realidad Constitucional, núm. 23, 2009, pp. 117-132. 1 Giovanni REALE y Dario ANTISERI, Historia del pensamiento filosófico y científico. Del ro-manticismo hasta hoy. Tomo tercero versión castellana de Juan Andrés Iglesias. Herder, Barce-lona, 1988, págs. 105 ss. 118 PABLO LUCAS VERDÚ ra. El Espíritu se autogenera, creando al mismo tiempo su propia determina-ción y superándola plenamente. El Espíritu es infinito, no por una mera exi-gencia, como pretendía Fichte, sino de un modo que siempre se actualiza y se realiza a sí mismo, como continuada posición de lo finito y al mismo tiempo como superación de lo finito mismo. El Espíritu, en cuanto movimiento, pro-duce de modo paulatino los contenidos co-determinados y, por lo tanto, ne-gativos». Para estos autores italianos «la razón que se realiza en un pueblo libre y en sus instituciones es la conciencia que vuelve a unirse íntimamente con su propia sustancia ética, convirtiéndose en Espíritu. El Espíritu es el individuo que constituye un mundo como el que se lleva a cabo en la vida de un pue-blo libre». El Espíritu, añaden, «es la unidad de la autociencia " en la perfecta libertad e independencia " y, al mismo tiempo, en su oposición mediata. El Espíritu es " yo que es nosotros, nosotros que es yo " . Nada de lo que manifiesta Hegel podría entenderlo quien no tuviera siempre presente la dimensión intersub-jetiva, social, del Espíritu 2
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Lucas Verdú, P. (2009). Sobre los valores. Teoría y Realidad Constitucional, (23), 117. https://doi.org/10.5944/trc.23.2009.6841
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