La sección central del número 24 de la Revista Lúdica Pedagógica se ha dedicado a un tema que, aunque sumamente intrincado, es, en apariencia, de fácil aprehen-sión, sobre todo en el campo de la educación física, la recreación, el deporte y áreas afines, donde, por tradición, la formación ha implicado la existencia de un docente. Esto es, mientras que existen áreas donde el saber resulta más importante que el ser docente-ya que cualquier profesional con tales conocimientos puede así mismo enseñarlos-quien imparte una "clase" de educación física, recreación o deporte, en esencia brinda algo más que un saber. ¿Por qué? Arriesgo dos respuestas: (i) porque el saber específico de estos campos está en la nebulosa, pasando (no solo históricamente) de la higiene y el aseo personal, al vigor moral a través del físico, a la regulación de los movimientos (conforme a prácticas específicas), al aprendizaje de normas que seguir, al desarrollo de gestos técnicos y a la compensación energética (donde caben el descanso, la diversión, el entreteni-miento, etc.); y, (ii) porque estos campos no responden a una disciplina académica o científica de base, lo que además de hacer etéreo su saber enseñable, configura la situación paradójica de enseñar algo que no se sabe exactamente qué es, a la par de crear esto que se ha de enseñar en el maremágnum de posibilidades no disci-plinarias. Generalmente, para un docente de estos campos es más fácil decir cuáles son sus objetivos o intenciones pedagógicas, que el saber que está, de algún modo, "transmitiendo". Lo cual es, sin duda, más una fortaleza que una debilidad. De allí que, en estos campos, conceptos que han resultado clave en otros, tales como didáctica, saber docente e, incluso, lúdica, suenen a la vez tan naturales y tan ajenos. Y, por lo mismo, que la producción académica sobre la formación docente sea más bien indirecta, centrándose ora en temáticas como el juego, el cuerpo o la normati-vidad, ora en procesos como la organización curricular, la construcción de trabajos de grado y el establecimiento de énfasis de formación, como esta edición lo muestra. Lo que tal situación indica, es que el tema requiere la especialización investigativa y literaria, más, a la vez, el cuidado de no perder condiciones tan especiales como las que hemos señalado. El escenario académico de la educación física, el deporte, la recreación y afines, es tan rico y particular, que está servido como un banquete dio-nisiaco para el deleite de quien quiera ser parte.
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Diaz Velasco, A. (2016). EDITORIAL: LA FORMACIÓN DOCENTE. Lúdica Pedagógica, (24). https://doi.org/10.17227/01214128.4464
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