Wangari Muta Maathai, ganadora del premio Nobel de la Paz 2004, falleció el domingo 25 de septiembre de 201, justo cuando en la capital de México se clausuraba la más importante exposición forestal. Ese día lejos de guardarse un minuto de silencio, prevaleció un profundo silencio sobre tan lamentable deceso. Hecho que en general fue compartido en el mundo -si quien hubiera muerto hubiese sido un futbolista millonario o una popular cantante aficionada a las drogas, los medios se hubieran volcado en la noticia-. Sin embargo, su influencia se ha sentido en todo el orbe, la Revista Time la declaró Héroe del Planeta, al sumar con valentía a su causa a miles de africanos y millones de voluntades. Impulsó la participación colectiva, preponderantemente femenina, en torno a los proyectos de reforestación como un instrumento para mejorar la calidad de vida de las comunidades rurales. Dedicó su vida a defender el bosque, a otras mujeres y a la democracia. Pero sobre todo, ayudó a construir el concepto sostenible, formulado por otra mujer: Norman Brundtland. De hecho su activismo político estuvo ligado a su labor de conservación. En diversos foros preparatorios a la reunión de Johannesburgo, que marcaba los diez años de su similar de Río de Janeiro, se expresaba la inquietud de no “africanizar” la cumbre. Qué lejos se estaba de imaginar que la solución a la crisis ambiental estaba en el continente de donde precisamente surgió el género humano.
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Mallén Rivera, C. (2019). “Wangari Muta Maathai. Remembranza por su contribución al desarrollo sostenible, la democracia y la paz.” Revista Mexicana de Ciencias Forestales, 2(8), 3–8. https://doi.org/10.29298/rmcf.v2i8.537
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