Estudios Sociales del Estado -volumen 1, número 2, segundo semestre de 2015 -ISSN: 2422-7803 de ciudadanía. En todo caso, hemos tratado de incorporar la problemática del Estado como eje heurístico de los denominados " procesos de aboriginalidad " , enfatizando en la relación entre las transformaciones en los modos de ejercer la soberanía con los diferentes procesos de " actualización identitaria " . Supusimos que el método etnográfi co nos permitiría comprender las prácticas estatales desde abajo, lo que signifi caba aprehenderlo en la producción con-creta de sus sujetos a través de las diversas actividades cotidianas que estos llevan a cabo. Pensamos que esta forma de abordarlo nos permitirá anudar " lo institucional " a " lo cultural " , sin levantar caprichosas barreras disciplinarias. Y, sin embargo, ¿cuándo es que estamos en presencia de acciones de Estado? ¿Se confunden sin más con las " prácticas de gobierno " ? ¿En qué sentido es factible hablar de la dimensión estatal de las prácticas sociales? Y si esto es realmente factible ¿cómo dar cuenta de ella? Para nosotros estos interrogantes han tenido un punto de partida doble: de una parte, las premisas teórico-metodológicas con las que contábamos a la hora de intentar comprender un fenómeno tan " insondable " como el del " Estado " y, de otra, la opacidad con la que la dimensión estatal de las prácticas se nos presenta en un trabajo de campo toda vez que nos salimos de los estrechos marcos de la administración pública, (y aun cuando permanecemos dentro de ellos) y de la actividad de sus agentes. Desde el eje heurístico que explica los fenómenos de " etnogénesis " y " actualización identitaria " , el Estado se nos había convertido en un problema que obturaba nuestra investigación. Ya desde la segunda mitad del siglo XX, y para procurar soslayar aporías simila-res, se ha venido desarrollando un esfuerzo continuado por " desreifi car al Estado " o de restarle centralidad en los análisis del poder político. Tal desplazamiento, ya preanunciado para la antropología por Radcliffe-Brawn, signifi có un momento de un movimiento mayor que va de los estudios de las instituciones políticas al análisis de la dimensión política de las relaciones sociales. Este giro consiste en descentralizar las investigaciones sobre las relaciones de poder, que se habían concentrado en el estudio del " modus operandi " de los diferentes " aparatos de Estado " , para tratar de aprehender las diferentes formas de " gobierno " o " auto-ridad " que atraviesan el conjunto de las relaciones sociales. Esta consideración ampliada de " lo político " no solamente ha permitido advertir cómo las relaciones de poder atraviesan y confi guran los distintos campos de la actividad social –lo económico, lo cultural-, sino que ha signifi cado un reconsideración radical de lo que se entendía por " Estado " . Así, se lo ha llegado a considerar como una " qui-mera " sin mayor importancia a la que, sin embargo, es preciso suponer como " inexistente " a fi n de que no obstruya el estudio de las relaciones de poder.
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Espinosa Molina, E. (2015). Notas sobre la dificultad de etnografiar el Estado. Estudios Sociales Del Estado, 1(2), 175–186. https://doi.org/10.35305/ese.v1i2.40
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