El papel del ejercicio en el dolor menstrual

  • Madroñero Miguel B
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La dismenorrea se define como calambres dolorosos en la zona de la pelvis que ocurren inmediatamente antes o durante la menstruación. La dismenorrea se clasifica en primaria y secundaria. Se considera que es primaria cuando no hay una enfermedad o trastorno que esté provocando los calambres, a diferencia de la secundaria. La dismenorrea primaria generalmente se puede diagnosticar y diferenciar de la secundaria con los antecedentes familiares, así como con un examen abdominal. La dismenorrea primaria es un problema ginecológico común entre las mujeres en edad reproductiva. Es responsable de reducir tanto la calidad de vida de dichas mujeres como su participación en actividades deportivas y sociales. Además, puede llegar a provocar ausencias en el trabajo y la escuela y trastornos del sueño. A veces también pueden presentarse otros síntomas como dolores de espalda y miembros inferiores, dolores de cabeza, diarrea, náuseas y vómitos. A pesar de que no se conoce todavía el motivo por el que aparece la dismenorrea primaria, la teoría más aceptada es que se produce una liberación excesiva de prostaglandinas en el flujo menstrual. Las prostaglandinas son unas sustancias que regulan numerosas funciones en diferentes zonas del cuerpo. En este caso, los niveles elevados de prostaglandinas provocan contracciones repetidas del útero, reduciendo el flujo sanguíneo de este órgano y haciendo que las células tengan un déficit de oxígeno. Este último hecho, se manifiesta en la mujer como dolor pélvico, es decir, dolor en la zona baja del abdomen. También parece que las citocinas proinflamatorias, un tipo de proteínas que favorecen la inflamación, pueden estar involucradas en la dismenorrea primaria. La mayoría de las mujeres maneja sus síntomas con antiinflamatorios no esteroideos o AINEs, una clase de medicamentos que disminuyen o quitan el dolor, como el ibuprofeno, y estrategias de autocuidado, como el reposo y la aplicación de calor. Sin embargo, hay mujeres que no toleran bien estos medicamentos, que rechazan tomarlos por sus efectos adversos o en las que las estrategias de autocuidado no muestran resultados positivos. Así, el ejercicio físico se puede plantear como una alternativa al tratamiento habitual o un complemento de los antiinflamatorios no esteroideos.El tipo de ejercicio físico que se ha estudiado para mejorar los síntomas de la dismenorrea primaria es el aeróbico. No obstante, los estudios de investigación son escasos en este campo. “El principal efecto del ejercicio aeróbico en la dismenorrea primaria es la reducción de la intensidad del dolor” La revisión sistemática realizada en 2019 por Armour y sus colaboradores sugiere que el ejercicio aeróbico, realizado durante aproximadamente 45 a 60 minutos, tres veces por semana o más, independientemente de su intensidad, puede proporcionar una reducción significativa en la intensidad del dolor menstrual en comparación con la inactividad. Un estudio publicado en mayo de 2019 por Priya Kannan y sus colaboradores, investigadora de la universidad de Otago en Nueva Zelanda cuya línea de investigación se centra en el ejercicio físico para el manejo del dolor menstrual, apoya la disminución del dolor mencionada anteriormente y añade otros efectos del ejercicio aeróbico en la dismenorrea primaria. En este estudio 70 mujeres fueron divididas en dos grupos. Un grupo no recibió intervención, mientras que el otro realizó ejercicio aeróbico supervisado durante 4 semanas, seguido de ejercicio en casa durante los 6 meses posteriores. El ejercicio aeróbico se realizó tres veces por semana en una cinta de correr y fue de alta intensidad. Cabe recalcar que las participantes se ejercitaron entre periodos menstruales, es decir, el ejercicio no se realizó durante la semana de la menstruación. Los investigadores hallaron que el grupo que realizó ejercicio aeróbico obtuvo mejoras significativas en la intensidad e interferencia del dolor, así como en la calidad de vida. “Es todavía una incógnita si los efectos del ejercicio aeróbico son superiores a los producidos por los antiinflamatorios” Se necesita un mayor número de estudios para esclarecer por qué y cómo el ejercicio aeróbico es efectivo para el tratamiento de la dismenorrea primaria. Es probable que diferentes intensidades de ejercicio actúen de distintas maneras. El ejercicio de intensidad moderada a alta puede reducir el dolor al aumentar las citocinas antiinflamatorias, un tipo de proteínas que reducen la inflamación, y reducir el flujo menstrual, de manera que disminuye la cantidad total de prostaglandinas liberadas. El ejercicio menos intenso, puede reducir los niveles de una hormona llamada cortisol, que a su vez puede reducir la producción de prostaglandinas. Se requieren futuros estudios de mayor calidad para responder a varias incógnitas que se exponen a continuación. No está claro si hacer ejercicio con menos frecuencia o por una duración más corta que la mencionada tendría los mismos resultados. Además, se desconoce si el ejercicio aeróbico tiene algún beneficio en comparación con los AINEs. Por último, en la mayoría de los estudios el ejercicio aeróbico se realiza entre periodos menstruales y, por lo tanto, no está claro si el ejercicio durante el período menstrual tendría efectos similares. Conclusión El ejercicio aeróbico puede reportar varios beneficios a la gran cantidad de mujeres que sufren dismenorrea primaria, al actuar sobre la intensidad e interferencia del dolor y la calidad de vida. Podría recomendarse, con cierta reserva, como una herramienta útil para el manejo de la dismenorrea primaria de forma solitaria o en combinación con otras modalidades de tratamiento, principalmente los antiinflamatorios no esteroideos. Aun así, es necesario continuar investigando porque la evidencia de su efectividad es escasa, la calidad de los estudios es baja, los mecanismos por los cuales actúa no están claros y también para resolver los interrogantes planteados.

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Madroñero Miguel, B. (2021). El papel del ejercicio en el dolor menstrual. NeuroRehabNews, (Octubre). https://doi.org/10.37382/nrn.octubre.2020.539

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